El silencio de la procesión de entrada y la solemnidad marcaron la celebración de la Pasión del Señor esta tarde de Viernes Santo en la Catedral de Oviedo. «Un día tan sobrio que incluso resulta taciturno y callado. El obispo comienza en silencio con los concelebrantes que le acompañan, sin báculo, sin pectoral, sin anillo, sin música. No hay campanas ni se entona el «Gloria». El único día del año en el que no hay misa propiamente hablando. Como si un velo enlutado condicionase cada instante». Así lo describió Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo, y así transcurrió, ante el recogimiento de los asistentes.
«Tiene algo especial el Viernes Santo, día de profundo respeto. Todo es silencio lleno de graves preguntas donde nos rodean tantos porqués. Aquella vía Dolorosa señala el callejero de tantos horrores en el vaivén de nuestras desdichas humanas que nos golpean y desangran. ¡Cuántas vías Dolorosas hemos urbanizado los hombres en los pueblos y ciudades del tiempo que viene y va! Hoy nos fijamos en aquella vía Dolorosa de hace dos mil años donde es Dios quien arrastra el árbol de la vida para dejarse clavar en él con los clavos de la muerte», afirmó Mons. Sanz en su homilía. Leer homilía completa.
Al finalizar la celebración se mostró descubierto el Santo Sudario en la nave central para la veneración de los fieles. Según la tradición, son tres días en el año en que el Santo Sudario baja de la Cámara Santa donde habitualmente se encuentra, hasta la nave central del templo: el Viernes Santo; el día 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz y el día 21 de septiembre, festividad de San Mateo.