Hoy, 22 de noviembre, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de la joven mártir Santa Cecilia, patrona de los músicos. Puede ser, por tanto, un buen momento para acercarse a quienes, desde hace más de diez años, ponen música a las solemnes celebraciones litúrgicas que se celebran en la Catedral de Oviedo, la Schola Cantorum. Ellos son quienes acompañan las celebraciones de la Navidad, de la Semana Santa, las ordenaciones sacerdotales o actos tan solemnes o emotivos como las beatificaciones, de las que se han vivido ya dos en nuestra diócesis, y una tercera está por venir, la de los seminaristas mártires.
Esta agrupación coral fue fundada por el sacerdote Leoncio Diéguez –que en su día fuera Director del Conservatorio Superior de Música de Asturias “Eduardo Martínez Torner” y Catedrático de Composición–, y nació un día de Corpus Christi de 2006, concretamente, el 18 de junio
Actualmente está compuesta por veintiocho cantores, de los que once son varones y diecisiete, mujeres. Todos ellos profesionales de diversos ámbitos, aunque con conocimientos musicales: “Tenemos desde magistrados, maestros, dentistas, sociólogos y también gente jubilada”, reconoce Miguel Ángel Cadrecha, gerente de esta agrupación. Se reúnen desde siempre en la Casa Sacerdotal, donde ensayan y donde podrían acudir aquellas personas que se sintieran llamadas a formar parte de esta Schola, porque “con fe y voluntad no hay voz que no sea útil para cantar a Dios”, señala Cadrecha, aunque subrayando que previamente se hacen unas pruebas dirigidas por don Leoncio junto con el organista Guillermo Martínez.
Y es que formar parte de esta agrupación coral es, para sus creadores, un “servicio a la Iglesia”, al igual que los “catequistas de una parroquia, pero en este caso poniendo sus cualidades, su voz y sus conocimientos al servicio de Dios”. Precisamente por eso y con toda la intención, el escudo de la Schola Cantorum no tiene solar, sino simplemente un lema alrededor de una cruz, en el que se puede leer: Sub hoc signo Deo Nostro cantamos (Bajo este signo –de la cruz – cantamos a nuestro Dios).
A pesar de que partieron desde cero, hoy, doce años después de su fundación, esta agrupación reconoce contar con un amplio repertorio de 214 partituras que en algún momento se han interpretado. “Poco a poco se van acumulando obras –explica Leoncio Diéguez– cosa que por un lado es una suerte tremenda porque así está todo visto y leído, preparado para ensayar pero sin el riesgo de una primera lectura, aunque al mismo tiempo supone también un problema, y es que la rutina es muy mala, en todo en general, pero especialmente en el ámbito artístico”.
Este repertorio se va incrementando en función de las fiestas litúrgicas que se celebran en la Catedral de Oviedo. La Navidad y la Semana Santa son dos momentos de especial intensidad. Las eucaristías solemnes del día de Navidad y del día de Reyes, a las doce del mediodía, son citas fijas en el calendario de esta coral. Además, tradicionalmente se celebraba un concierto de villancicos después de la misa de las seis y media de la tarde del cuarto domingo de Adviento, que se suspendió por enfermedad del director, pero que se puede retomar “en cualquier momento”, tal y como deja caer el gerente, Miguel Ángel Cadrecha. También las eucaristías del Jueves y Viernes Santo, a las cinco de la tarde, son momentos litúrgicos fuertes en los que está presente la Schola Cantorum de la Catedral, así como la Vigilia Pascual del Sábado Santo, a las nueve de la noche, o el Domingo de Pascua, a las doce del mediodía. Precisamente la Semana Santa es uno de los momentos en los que se interpreta una de las composiciones creadas por el director del coro, Leoncio Diéguez: “se trata de La Pasión, un diálogo entre tres cantores, uno de ellos el sacerdote, que hace el papel de Cristo, y la Schola hace de Sinagoga”, afirma Cadrecha: “La primera vez que la oí me pareció estar escuchando algo maravilloso, y ya son doce años que lo escucho y cada vez me gusta más”. No es la única composición de don Leoncio interpretada por la Schola. “Hay una pieza fantástica, muy sencilla, titulada Canciones marianas –menciona el gerente del coro– y luego está, imposible de olvidar, la misa del Jubileo de las Cruces, creada a petición de don Carlos Osoro, siendo Arzobispo de Oviedo, con motivo de aquel Año Jubilar”. Todo ello, siempre revestidos de sus reconocibles uniformes, creados por las religiosas clarisas de Villaviciosa, porque “el ir vestidos iguales otorga sencillez y dignidad”, una de sus máximas, que permanece inalterable.