La Conferencia Episcopal ha publicado un documento sobre la eutanasia y el acompañamiento en la etapa final de la vida
El Obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta, presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida presentó el pasado miércoles, 4 de diciembre, el documento “Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”. El acto tuvo lugar en la sala de prensa de la Conferencia Episcopal Española, y estuvo acompañado por una enfermera y un médico expertos en cuidados paliativos, así como por el testimonio de un enfermo terminal.
Tal y como explicó el propio Mons. Iceta, el objetivo de este documento es “dar una mirada esperanzada sobre los momentos que clausuran nuestra etapa vital en la tierra; ayudar con sencillez a buscar el sentido del sufrimiento en los últimos momentos de la vida; acompañar y reconfortar al enfermo; llenar de esperanza los últimos compases de la vida; acoger y sostener a las familias y a los seres queridos e iluminar la tarea de los profesionales de la salud y de los voluntarios”.
El documento está escrito en formato de preguntas y respuestas que ayudan “a una mejor comprensión”, como ya se hizo con el anterior publicado en 1992 sobre la eutanasia, también evitando el lenguaje técnico sin renunciar a la profundidad y rigor de pensamiento, para la mejor comprensión de quienes carecen de conocimientos especializados.
Entre sus puntos se manifiesta, por ejemplo, en que “el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido no son planteados propiamente como una cuestión médica, sino más bien ideológica, con una profunda raíz antropológica”, donde siempre se plantean, públicamente “situaciones límite y dramáticas que apelan a la sensibilidad colectiva”, se utilizan “eufemismos ideológicos y semánticos”, evitando expresiones como “provocar la muerte del enfermo o quitarle la vida”, ensalzando otras como “autonomía”, “liberación” o “muerte digna”. Junto a eso “se procura presentar a los defensores de la vida como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y al progreso”, evitando un diálogo “sosegado y constructivo que busque sobre todo el bien del enfermo”.
También se analiza el “natural miedo a morir”, y se reconoce que “cuando el enfermo recibe alivio físico, compañía, afecto y consuelo psicológico y moral, la cercanía e implicación de su propia familia y de sus seres queridos y entorno social, así como la adecuada atención médica y sociosanitaria, la experiencia muestra que deja de solicitar que pongan fin a su vida”.
El documento desgrana el campo de la medicina paliativa, los derechos del enfermo en situación terminal, el tratamiento del dolor o las diferencias entre la sedación paliativa y la eutanasia.