El pasado jueves, 25 de abril, tenía lugar en el Auditorio del Seminario Metropolitano la presentación en la diócesis del SAMIC (Servicio de acompañamiento y mediación canónica familiar), una iniciativa nacida en Valencia para ayudar a las familias con dificultades que se está extendiendo por otras diócesis como una fórmula complementaria a otras actividades para apoyar esta realidad tan habitual y que tanto sufrimiento conlleva, no solo a los matrimonios, sino a los hijos y familiares cercanos. En la presentación estuvo presente el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, y acudieron el Delegado episcopal de Familia y Vida, José Luis Pascual; colaboradores de la Delegación; miembros de asociaciones familiares y matrimoniales: abogados: jueces; padres de familia y, en definitiva, personas vinculadas al trabajo con las familias en un aspecto u otro.
La presentación en nuestra diócesis fue promovida por el Vicario Judicial, el sacerdote Andrés Pérez, que explica que el SAMIC «tiene algo muy particular, y es que está funcionando», destaca, y en Valencia «ha atendido a muchísimas personas y gracias a ello se ha extendido y está ya implementado en varias diócesis como Ibiza, Zaragoza o Vitoria, además de que en otras hay gente formándose para poder trabajar con ello». «Incluso, para asegurarse de que la labor era positiva, quisieron –explica– ir a la Santa Sede para pedir orientación y allí les dijeron que adelante. Es decir, hay una situación real de familias que sufren y desde la Iglesia se quiere atender a estas necesidades».
El SAMIC surgió de una experiencia personal vivida por el Vicario Judicial de Valencia, el sacerdote Jorge García, que fue precisamente uno de los encargados de presentar el SAMIC el pasado jueves en el Seminario. Él, trabajando en una nulidad de un matrimonio entre un hombre y una mujer, ambos católicos y practicantes, se encontró con que su hijo, de 12 años, no había hecho aún la Primera Comunión, a pesar de que ambos padres lo deseaban. Sin embargo, los enfrentamientos entre los progenitores impedían que ambos se pusieran de acuerdo y mientras, el niño estaba en medio. El sacerdote logró mediar para que el niño hiciera la Primera Comunión y su labor resultó exitosa, por lo que, a partir de ese momento, se planteó iniciar con otras personas mediaciones, y no solo en torno a las nulidades, sino también para evitar que los procesos acabaran en denuncias, enfrentamientos o cárceles. Intentar, en definitiva, que los procesos fueran menos dolorosos y problemáticos, con siguiendo, incluso, que en alguna situación la pareja se reconciliara. A partir de ahí comenzó a requerirse la presencia de un psicólogo, de un acompañante espiritual, y otros especialistas que iban surgiendo a medida que aparecían nuevas necesidades.
Su labor, en definitiva, se parece bastante a la que ya realiza en la diócesis el Centro de Orientación Familiar, destinado a ayudar a familias en dificultades, e incluso también desde el Tribunal Eclesiástico y otras instituciones, pero, tal y como señaló Mons. Jesús Sanz al finalizar la presentación, «el SAMIC podría ayudar a coordinar todos los organismos que trabajan en este ámbito». A partir de ahora se establecerá un periodo de reflexión en el que se estudiará en qué manera el SAMIC puede aportar su ayuda en la diócesis, para conseguir optimizar todos los recursos que se invierten en la ayuda a las familias en situaciones de dificultad.