Ante una Basílica repleta de asistentes, comenzó este martes un ciclo de conferencias organizadas con motivo del sexto año de pontificado del Papa Francisco. El encargado de inaugurarlas fue precisamente Mariano Fazio, Vicario Auxiliar del Opus Dei, argentino como el propio Francisco, a quien conoció personalmente mientras era Arzobispo de Buenos Aires, y con quien entabló amistad al coincidir en el año 2007 en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida. En su intervención, quiso desarrollar el perfil “humano y espiritual” del Papa, basándose en sus propias experiencias personales con él. A partir de ellas, quería mostrar así las virtudes del pontífice y dar a conocer a los asistentes algunas particularidades de su carácter.
Una de ellas, fue la constatación de que su trato con Dios, la oración, le lleva directamente a preocuparse por las personas. “Pude observarlo en muchas ocasiones, por ejemplo, al ver cómo saluda a los guardias suizos, preguntándoles por su familia, preocupándose por si se encontraban bien. Para él no son simples funcionarios cumpliendo con su deber, sino personas a las que mostrar su cercanía en situaciones de tensión o incomodidad”, afirmó. “Sé que en Buenos Aires, cuando iba a la Catedral a misa diariamente, salía a saludar a la gente que pedía limosna en el atrio. No sólo les saludaba, sino que se interesaba por ellos y les daba consejos”, recordaba Fazio. Es decir, “la vida de oración, lleva directamente al servicio a las almas. Si nos quedamos simplemnete en la piedad individual, sin el impulso de preocuparnos por los demás, sería una falsa piedad”. “El Papa –afirmó– reza mucho, y procura estar cerca de las personas que más lo necesitan”.
Y precisamente la oración es algo que el pontífice pide constantemente para él. “Probablemente la frase que más repite el Papa, aquella que es muy típica suya es reza por mí. Y es que tiene una gran confianza sobrenatural en el poder de la oración”.
A través de numerosas anécdotas que hicieron reír a los asistentes en más de una ocasión, Mariano Fazio fue recordando momentos particulares de la vida del Papa que ayudan a entender su modo de ser. Recordó, por ejemplo, que antes de entrar en el Cónclave, los cardenales se reúnen en unas congregaciones generales donde cada cardenal expresa cómo cree que debería ser el futuro Papa. “Tenemos las palabras que pronunció el cardenal Bergoglio, porque el ya fallecido cardenal de La Habana, le pidió el papel donde las había apuntado, y después, al ser elegido Papa, le pidió permiso para publicarlas”. Estas palabras ayudan a comprender qué perfil de Pontífice creía el entonces cardenal Arzobispo de Buenos Aires que era el adecuado para el momento: “Pensando en el próximo Papa, un hombre que desde la contemplación y adoración a Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales. Que le ayude a ser la madre fecunda que vive de la dulce y confortadora alegría de evangelizar”, recordó Fazio. “Es decir, el próximo Papa, para el entonces cardenal Bergoglio, tenía que partir del corazón de Cristo, y de ahí salir hacia las periferias existenciales, que no son sólo las periferias sociológicas, sino todo tipo de pobrezas, porque el Papa también habla de las periferias culturales, donde a veces existe la enorme pobreza de no conocer a Dios”.
Entre otros aspectos, el Vicario Auxiliar del Opus Dei se detuvo en la importancia que para el Papa Francisco tiene la propia vocación, y el ser fiel a la misma. “Al Papa le encanta volver sobre su vocación, volver sobre su propia vida, como él mismo dice “hacer memoria”, recordaba.
Su vida como hijo de inmigrantes italianos en los años 30, le procuró la experiencia del drama de tanta gente que tiene que salir de su propia tierra y que pierde sus raíces, por lo que se comprende “que tenga en el corazón a los inmigrantes”, recalcaba Fazio. El trabajo, era otro de los puntos que habían marcado su vida, como la austeridad en la que ha vivido siempre, así como el dolor, que le ha marcado desde que tuvo de joven una grave neumonía. Pero si el Vicario Auxiliar destacó alguna cualidad del Papa Francisco, esa fue la cercanía. Una cercanía que se expresaba en las llamadas de teléfono a los amigos –tal y como hacía con él mismo, llamándole cada año por su cumpleaños–, en las preocupaciones por los demás, en el sacar tiempo para los amigos en medio de una vida en la que dedica muchas horas a la oración y al trabajo.