“Nuestra vocación es la enseñanza”

Publicado el 16/10/2020
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“Nuestra vocación es la enseñanza”

La teresiana Marta Suárez repasa el carisma y los cien años de presencia de la congregación en Asturias

Este año celebran el centenario de su presencia en la diócesis, ¿cuál es el carisma de las teresianas?

Está relacionado con la educación. Nuestro fundador fue el padre Enrique de Ossó un sacerdote diocesano de Tortosa que desde muy pequeño tuvo la educación como una de sus inquietudes. La segunda mitad del XIX, era un momento duro en España teniendo en cuenta el alto nivel de analfabetismo que afectaba principalmente a la mujer, que para él tenía un papel relevante. Por eso su objetivo fue la educación femenina, lo que le lleva, con una inspiración de Dios, a fundar la Compañía de Santa Teresa de Jesús cuya finalidad era en origen la formación de la mujer. Casi siglo y medio después es la educación de los niños en general.

Una vocación que las ha acompañado siempre.

Enrique de Ossó desde el principio se acerca a las realidades más desfavorecidas. La mayoría de nuestros centros nacen en periferias que con el paso del tiempo en algunas ocasiones ya no lo son tanto. Pero se intenta llegar a todas las realidades porque todas son importantes de uno u otro modo. Siempre les digo a mis alumnos,  que ahora mismo en el colegio de Oviedo no están entre los desfavorecidos, que van a ser muy protagonistas de la sociedad del mañana, que tienen el privilegio de la formación y de la cultura. Les hablo de la responsabilidad que tendrán y desde ahí intentamos inculcarles valores y una forma de ser y de hacer que les haga personas y ciudadanos comprometidos.

¿Cómo ha sido su presencia en Asturias?

Llegamos en 1920 a través de la directora de la Normal de Oviedo, María Mosteirín. Nos conocía, tenía referencias y fue la que movió la llegada de la primera comunidad teresiana. En un principio para promover un colegio de normalistas, es decir, donde hubiera internas de Magisterio. Primero no había casa, nos acogieron las damas catequistas además la época de 1920 también era convulsa por lo que las cosas no fueron fáciles. Se inicia el colegio con avatares y momentos complicados, por ejemplo, durante la guerra el edificio es derruido por las bombas. Hasta que todo se va superando y el colegio funciona con regularidad. En él han llegado a estudiar 1. 200 alumnos por curso, yo soy antigua alumna, y se han realizado muchas actividades también del Movimiento Teresiano de Apostolado; todo ello para darle dinamismo, vida y transmitir el carisma teresiano.

Durante un corto periodo de tiempo estuvimos en Luarca, entre el 1932 y 1943, cuando asumimos la gestión de un colegio hispanoamericano hasta que se cerró. Hemos estado presentes también en lo que hoy es la Facultad de Educación Padre de Ossó en distintas responsabilidades: dirección, secretaría y algunas hermanas impartieron dieron clases. Fue una tarea muy bonita y muy entrañable que recordamos con mucho cariño. Ahora en el mes de junio hemos cerrado nuestra presencia en Mieres, tras 23 años. Se nos solicitó trabajar en la parroquia de San Pedro: Proyecto Hombre, Cáritas, distintas actividades parroquiales y centros de mayores. Con dolor y con tristeza se cerró esta etapa, una hermana que ahora está en Oviedo si no hubiese sido por esta situación de pandemia se hubiese seguido desplazando allí, pero ahora mismo no es posible. En estos años las congregaciones religiosas van disminuyendo en número, la edad media va en aumento y hay que hacer renuncias.

Siempre dispuestas a lo que precisaba la diócesis. 

Al menos lo intentamos. La labor educativa siempre hace falta y ahora la realizamos con muchos colaboradores laicos que están muy identificados con el carisma: compartiéndolo y viviéndolo el sentido que queremos dar a la educación teresiana. Es muy bonito verlo. Con esa ilusión hemos preparado juntos la celebración del día de Santa Teresa.

¿Qué supone ver a tantos alumnos que han tenido relación con la comunidad?

Es una experiencia de las que toca el corazón. Hacer un recorrido histórico, ver tantas generaciones unidas por carisma teresiano es precioso para nosotros. O cuando algún alumno va a hacer las prácticas de su máster al colegio y compruebas que se sienten identificados con él. Es muy bonito comprobar cómo permanece en esas personas lo que intentamos inculcarles y se les transmitió, el tener todos los días un cuarto de hora de oración a la que tanta importancia daba el padre Ossó,  y también los valores.