Finaliza un Jubileo de la Santa Cruz muy especial, en este año 2021 en que se cumplen los 1200 años de la dedicación de la Catedral de Oviedo. La festividad de San Mateo, patrono de la ciudad, marca el final de la Perdonanza, con la última eucaristía jubilar, en este caso presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz. Durante los siete días anteriores, diferentes Obispos han ido presidiendo las celebraciones religiosas, comenzando por el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, el pasado 14 de septiembre.
En su homilía (aquí, completa) Mons. Sanz señaló que «en nuestra ciudad de Oviedo celebramos la fiesta de nuestro patrón como un momento de alargado respiro que nos permite dilatar la mirada, ensanchar el corazón y brindar con alegría por lo que vale la pena reestrenar agradecidos cada mañana. San Mateo es fiesta en Oviedo, y supone la fecha final de un recorrido jubiloso en torno a la Perdonanza. Todos tenemos heridas que hemos de acertar a vendar con el mejor de los bálsamos, y preguntas que debemos saber amar con respeto para reconocer la respuesta cuando nos sea dada. Bienvenida la fiesta que redime y recoloca la andadura cotidiana en donde nos lo jugamos todo a diario. San Mateo nos ayuda en el reconocimiento de Jesús que también a nosotros nos enseña a mirar las cosas y abrazarlas con su misma entraña».
Ante la presencia del Alcalde de Oviedo, D. Alfredo Canteli, y miembros de la corporación municipal, y con el acompañamiento musical de la Schola Cantorum de la Catedral, el Arzobispo de Oviedo recordó que nos encontramos ante un «cumplesiglos en nuestra Catedral ovetense». «Son ya 1200 años –añadió– desde que se dedicó el primer altar en aquel pequeño templo precedente. Toda una historia en la que se han venido sucediendo tantos momentos en torno a ese pueblo que reconoce en la iglesia madre de la Diócesis de Oviedo, la casa de Dios entre nosotros. Aquí están durante tantos siglos las plegarias, las lágrimas y las sonrisas, aquello por lo que dar gracias en la bonanza y aquello por lo que pedir gracia en las estrecheces. Es el relato mudo de nuestras naves, nuestras columnas, del ábside y la girola, en el claustro contiguo y en la Cámara Santa. Lo que se ha celebrado en los altares, lo que se ha perdonado en los confesionarios, lo que se ha celebrado de tantos modos en doce siglos aquí queda guardado como un tesoro inmarcesible. No sólo el incienso de nuestra alabanza, sino también el humo de los incendios, el arte de nuestro patrimonio y los impactos de bala de las varias violencias que así dejaron su firma de intolerancia, las reliquias y de modo especial el Santo Sudario. Todo un álbum de una historia cristiana que se hace ahora efeméride por la que agradecer tantas cosas».
En el transcurso de la eucaristía hubo un recuerdo especial para todas aquellas personas que están «viviendo la tragedia del volcán de La Palma, para que acojan la fortaleza que Dios les envía, y sientan la solidaridad de todos los ciudadanos».
Al finalizar, tal y como es tradición, tuvo lugar la exposición del Santo Sudario para la veneración de los fieles, que se presentó solemnemente con el canto del Miserere.