Este jueves arrancó la Novena en honor a la Virgen de Covadonga 2018, en esta ocasión con el lema “María, Madre y Reina”. El Cardenal Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra fue el encargado de predicar en este primer día del novenario, al que acudieron más de mil personas que participaron en el acto religioso, repartidas entre la Basílica, una carpa instalada para la ocasión y diseminadas por la explanada del Santuario.
Los fieles acudieron desde distintos puntos de la diócesis: desde la Unidad Pastoral de Tapia de Casariego, de Santa Cruz de Llanera, de Onís-Mestas y Corao, de San Claudio, Santa Marina, Sograndio y Loriana, y también desde Ribadesella, Gijón, Lugás, Avilés, Salinas, Pravia, Arriondas, Parres, Cangas de Onís, o Villaviciosa, entre otras muchas. Además se encontraban presentes las congregaciones religiosas que viven en el Santuario: Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, las Hijas de Santa María del Sagrado Corazón y la Institución Teresiana, y acudieron también desde los seminarios diocesanos Metropolitano y Redemptoris Mater. Entre las instituciones asistentes, se encontraba la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores, la Adoración Nocturna femenina, la Orden Franciscana seglar y la Asociación de Mujeres cristianas Luz Rodríguez Casanova (todas ellas de Avilés), así como los Maestros Católicos Santa María, y Mensajeros de la Paz.
En su homilía, Mons. Osoro afirmó sentirse muy agradecido por la invitación del Arzobispo de Oviedo, Mons. Sanz –presente en la celebración, así como el Obispo de Plasencia, Mons. Retana– de acudir a “esta archidiócesis tan querida para mí, en la cual estuve siete años de mi vida”. A pesar de la distancia, recordó que “nunca he dejado Asturias, pues cuando llegué a Madrid me hicieron de la Asociación APQ –Asturias Patria Querida– por lo que permanentemente estoy recibiendo noticias”.
Dedicó sus palabras principalmente a la Virgen, “Reina de los Apóstoles”, a quien le agradeció “acompañarnos y abrirnos caminos de encuentro”, “gracias –dijo– por enseñarnos a derribar muros, a tender puentes que nos unan los unos a los otros, a no hacer una tierra donde unos descartemos a los otros”.
Quiso además hacer varias peticiones a la Santina, entre ellas, “Madre ayúdanos a cuidar la vida de todos los hombres”. “Cómo no recordar aquí a quienes más necesitan que cuidemos su vida: niños, ancianos, hombres y mujeres que son utilizados por quienes tienen más fuerza o poder –afirmó–. Madre ayúdanos a cuidar la vida desde el inicio hasta el término, siempre haciéndolo con tu ternura. Un pueblo que cuida la vida es sembrador de esperanza”. Quiso tener un especial recuerdo hacia el Papa Francisco que “ha traído –dijo– la esperanza en la Iglesia porque tantas personas con él han vuelto a mirar a Jesucristo. Por ello tenemos que estar muy contentos y muy felices”. “Que seamos capaces, Madre –recordó– de mirar a los hombres como tú les miras”.
La Novena finalizó con el rezo del Rosario en procesión hacia la Santa Cueva. Una vez allí Mons. Osoro rezó la oración del Año Jubilar, y agradeció una vez más la invitación a participar de la Novena a la Santina al finalizar el Jubileo mariano que se ha vivido en la diócesis.