En la mañana de este martes 9 de mayo se celebró, en la Casa Sacerdotal, la eucaristía de acción de gracias con motivo del 50 aniversario de su inauguración. Estuvo presidida por el Arzobispo, Mons. Jesús Sanz, y contó con la presencia de numerosos sacerdotes concelebrantes, como el Vicario General de la diócesis, D. Jorge Juan Fernández Sangrador; el Vicario de Oviedo Centro, D. José Julio Velasco o el Arcipreste de Oviedo, D. Joaquín Serrano Vila. Participaron también numerosos residentes, trabajadores, amigos, y una representación de Dominicas de la Anunciata, religiosas que durante muchos años trabajaron coordinando las labores de gestión de la casa, en colaboración con los sucesivos directores. Asistieron también, entre otros, miembros de la Fundación Summa Humanitate, entidad que gestiona actualmente la Casa Sacerdotal.
En su homilía, Mons. Sanz recordó que los fondos destinados a mantener la Casa Sacerdotal son «un coste que no cuesta», un «dinero bien empleado», ya que, junto con el Seminario, ambos suponen un agradecimiento. Al Seminario, porque «en ellos queremos soñar un mañana donde no se interrumpe nuestra labor diocesana», y a la Casa Sacerdotal, «porque esta es una casa que acoge, acompaña, cuida y agradece una vida gastada». Y todo ello, en el marco de «la eucaristía, nuestra manera más noble y cristiana de dar gracias a Dios». Quiso agradecer también el Arzobispo de Oviedo la labor y la implicación de todos los prelados que, desde el año 1963, cuando comenzó a gestarse la idea de esta Casa, participaron en el proyecto, muy especialmente Mons. Gabino Díaz Merchán, y de la misma manera, tuvo un recuerdo especial con los dos directores que ha habido y que ya han fallecido, D. César Marqués –el primero de la residencia– y D. Amalio Bayón. Igualmente, tuvo palabras para «la Comunidad de Dominicas, el personal que nos ha ayudado y tantos residentes, a quienes queremos dar siempre las gracias».
«Cincuenta años después –dijo al finalizar su homilía Mons. Sanz– damos gracias al Señor y a quienes hicieron y hacen posible la aventura de esta convivencia. Que la luz del cirio pascual nos permita seguir escribiendo una historia inacabada».