La Congregación para el Clero ha hecho pública, el pasado lunes 20 de julio, una Instrucción titulada “La conversión pastoral, de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”. Un instrumento que no contiene grandes novedades a nivel legislativo, pero sí propone nuevas formas de actuar unidas a las que ya hay, a fin de que, especialmente la parroquia, se adapte a la nueva etapa evangelizadora que vive la Iglesia.
Han sido por tanto unos meses intensos, los últimos, en los que todas las delegaciones diocesanas continuaron con su trabajo habitual, procurando cauces de comunicación con sus voluntarios y las personas vinculadas, y también ha sido un tiempo de creatividad, donde, tras la observación de las principales necesidades que se estaban produciendo, se procuró adaptar las circunstancias a la labor que había de realizarse. Así, delegaciones como las de Catequesis, Pastoral Penitenciaria, el Secretariado de Inmigrantes o Cáritas, entre otras, son ejemplos de que, aún en el confinamiento, es posible seguir avanzando.
A pesar de ello, e inevitablemente, en los encuentros organizados por la Vicaría de Pastoral con las diferentes comisiones de la Curia diocesana, así como con los arciprestes, se destacó la existencia de cierto cansancio y preocupación, ya que aunque el contacto telefónico había aliviado de alguna manera el aislamiento, sí se vio clara por parte de todos la importancia y la necesidad de estar presencialmente junto a la comunidad.
Además, “entre los sacerdotes surgieron problemas importantes a lo largo de la pandemia –tal y como señala el Vicario de Pastoral, Antonio Vázquez–. Uno fue cómo acercarse al enfermo que está en casa, cuando no podíamos acceder a los hogares; otro, los tanatorios, que solucionamos hablando con los responsables y pudiendo subir los párrocos a los tanatorios para despedirnos de nuestros feligreses”.
La Instrucción recientemente presentada recuerda la importancia de que las comunidades cristianas “sean centros que impulsen cada vez más el encuentro con Cristo”, así como que las parroquias están llamadas a encontrar “otras modalidades de cercanía y proximidad respecto a las formas habituales de vida”, y en este sentido, una de las vías que, casi a la fuerza, se presentaron durante estos últimos meses fueron las redes sociales, convertidas en instrumento para que cada cual, desde sus propias casas, pudiera vivir la eucaristía o recibir formación, además de estar en contacto con otras personas.
Algo que definitivamente ha llegado para quedarse, y que será especialmente útil en ámbitos como, por ejemplo, la catequesis, pero que de ninguna manera “sustituirá al tú a tú”, tal y como indica Antonio Vázquez, porque “aunque gracias a las nuevas tecnologías podemos llegar a muchísima gente que puede estar alejada, las relaciones personales son fundamentales”.
Otra de las realidades muy presentes en la vida actual de nuestra Iglesia diocesana son las Unidades Pastorales, a las que la Instrucción recientemente presentada dedica un amplio apartado a estas nuevas divisiones internas, “que reflejan una nueva relación entre los fieles y el territorio”.
En nuestro caso, como también en otras diócesis españolas, se trabaja desde hace años en esta nueva organización, de la que “fuimos los pioneros y podemos presumir de ello”, destaca el Vicario de Pastoral. Sin embargo, reconoce, “el proceso ha quedado parado por el tema de la pandemia”. De no haber sido por ella –recuerda–, “en estas fechas iba a revisarse, por parte de arciprestes y sacerdotes, la configuración y presentación del plan de las UP para su aprobación, y también correspondía la revisión de los modelos que se presentaron, que ya está hecha, para la consulta de las Unidades Pastorales urbanas y rurales”.
Todo ello queda pospuesto para dentro de unos meses, al igual que la programación diocesana que organizará el curso que viene, ya que el encuentro de la Curia junto con vicarios y arciprestes que habitualmente tiene lugar en el Santuario de Covadonga, tampoco ha podido tener lugar debido a la situaicón que ha impuesto la emergencia sanitaria.
Ante la “nueva normalidad”, que de normal tiene poco, muchos feligreses han regresado a las parroquias. Según Antonio Vázquez, en la suya, San Pablo de Oviedo, “estamos en torno al sesenta o setenta por ciento del número de personas que normalmente acude”. “Se han normalizado los bautismos y los funerales, aunque lo que no hay son bodas, ni niños en la eucaristía. También echo en falta –reconoce– a mucha gente mayor, a los que animo a que se vayan acercando, porque si hay un lugar donde se cumplen las normas a rajatabla, es en las parroquias. En la mía la limpieza es diaria, la distancia está asegurada y casi no hay contacto entre los asistentes”.
Algunas frases de la Instrucción “la conversión pastoral”