“En las JMJ siempre está el Señor esperando a alguien para encontrárselo”

Publicado el 03/02/2023
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“En las JMJ siempre está el Señor esperando a alguien para encontrárselo”

David Cueto, canónigo de Covadonga (en la imagen el tercero de pie por la izquierda), descubrió en la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia en 2005 la certeza de Dios y de lo que la fe podía significar en su vida.

¿Por qué te planteas acudir a aquella primera Jornada Mundial de la Juventud en Colonia?

En aquel entonces no era consciente, pero estaba en búsqueda de respuesta a muchas preguntas que tenía. Sin embargo,  no fui por un motivo de fe, sino de divertimento porque me invitó mi hermano y me mostró la parte festiva y lúdica y me dijo que iban a ir jóvenes de todo el mundo. A mí eso me atrajo porque me gusta mucho viajar y pensé que iba a ser un momento único. 

¿Cómo fue esa primera impresión?

No conocía absolutamente nada de estas jornadas y ya desde que salimos de Asturias fue muy buena, me encontré con personas muy divertidas y centradas, gente buena y generosa. Todo el mundo estaba pendiente de todos. No me sentí juzgado en ningún momento y eso es algo que me ayudó mucho. Una vez en Alemania el ambiente era muy festivo, de millones de jóvenes reunidos, pero muy tranquilo. Tuvimos un encuentro de todos los españoles con los obispos y siempre lo recuerdo porque sucedió algo que me llamó mucho la atención. Se entraba por un lugar en el que se veía antes que a los obispos a toda la gente que allí se encontraba. Había un follón enorme, gritos, banderas y yo me imagina que iba a entrar a un concierto y cuando miro al escenario y veo a los obispos, pensé “a mí esto no me cuadra nada” (risas).

¿Y qué sucedió?

Nos sentamos y al fondo podíamos ver a un grupo de sacerdotes. Mi hermano me explicó que estaban allí para confesar y me vi movido a acercarme a hacerlo. Y Ahí tuve una experiencia de cambio, de conversión, de tener la certeza de que existe un Dios. No es que durante la confesión se me sanaran todas las heridas que venía arrastrando conmigo, eso fue un camino posterior, pero en ese momento tuve la certeza de que Dios existe y no me lo consigo arrancar porque lo he visto, se me ha mostrado. Este hecho fue un cambio radical, porque terminó allí un camino de búsqueda que yo había hecho anteriormente y eso lo llevas grabado en el corazón. La JMJ supone muchos esfuerzos, cansancios, va gente de todo tipo, y ahí siempre está el Señor esperando a cualquier de ellos para encontrárselo. Son momentos de conversión, de fortalecer la fe, de descubrir una Iglesia universal. Son por tanto vivencias eclesiales importantes. Evidentemente antes y después tiene que haber un trabajo, pero estas son oportunidades importantes que conviene aprovechar.

¿Qué pasó a la vuelta?

Hablaba con mis amigos y les contaba: no sé qué deciros, solo sé que Dios existe y no lo puedo negar.  Ahora tengo que construir mi vida y mi forma de pensar en torno a esto porque ha llegado, está aquí y parece que no se va a ir. 

Me incorporé a la parroquia de en San Francisco de Asís de Oviedo y lo hacía pensando “esto enseguida se me va a pasar” ha sido el momento, la euforia… Pero cuando hay verdad detrás, permanece. Fue un camino de ir redescubriendo una fe que yo ya había tenido porque había llegado hasta la Confirmación, pero lo hice sin ganas, y después lo dejé. Entonces buscaba sacerdotes que me contaran cosas, también un acompañamiento porque había muchas cosas nuevas para mí. Sobre todo fue integrarme en la parroquia comprendiendo que la vida de fe pasa por una vivencia comunitaria y eclesial, intentando entender aquello que  de pronto se me había mostrado. No es solamente cuestión de que tuve sentimientos o certezas, después es necesario profundizar poco a poco porqué cuánto más se conoce más se ama dicen los santos.

Y es que en ese momento yo todavía no quería ser sacerdote, quería conocer a Dios y a la Iglesia. Estaba fascinado por la vida de la Iglesia, de pronto me encontré con un mundo nuevo y vivo y quería conocerlo y nada me hablaba directamente en ese sentido, pero el Señor fue marcando el camino.

¿Qué les dirías a los jóvenes para que se unan a esta jornada tanto a quienes ya tienen una vida de fe como quien no?

A los primeros que perder no pierden nada y ganar pueden ganar mucho. Aunque no sean personas de fe, sí que pueden comprender un poco la vida de la Iglesia, de ver cómo está llena de gente buena, descubrir también una Iglesia joven. Allí nadie te va a juzgar ni a hacer preguntas de cuánta fe tienes. Además de que es una experiencia muy divertida. Y para aquellos que ya participan en grupos parroquiales o apostólicos viene muy  bien también para fortalezar la pertenencia a la Iglesia, la comunión con el Papa, conoces también muchos movimientos. Es un momento muy eclesial y puede ayudar a fortalecer mucho nuestra vivencia de fe y de Iglesia. En realidad no se me ocurre ningún motivo por el que no ir.