«La población está sentada sobre oro, pero no tiene acceso al agua o la comida»

Publicado el 23/05/2025
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«La población está sentada sobre oro, pero no tiene acceso al agua o la comida»

La República Democrática del Congo vive desde hace tiempo una de las peores crisis humanitarias que existen. Se trata de uno de los países más ricos del mundo a nivel de subsuelo, con recursos tan preciados como el coltán, el cobalto, el oro y otros muchos, muy codiciados por numerosas multinacionales. Sin embargo, desde la caída de Goma en manos del ejército ruandés y de la coalición M23-AFC a finales de enero de 2025, la situación humanitaria es cada vez peor, la violencia va en aumento, millones de personas han sido desplazadas y el acceso a alimentos, agua y atención médica es cada vez más limitado y en ocasiones inexistente. A la violencia y violación constante de los derechos humanos se suman las epidemias simultáneas de cólera y la hambruna que afecta a más de 28 millones de personas, de las cuales, 3,9 se encuentran en situación de emergencia absoluta.

En el país, tan castigado por la violencia y las necesidades, ya no quedan organizaciones no gubernamentales. Todas han puesto a sus trabajadores a salvo. Pero Cáritas continúa, así como la labor de denuncia de la Iglesia católica encabezada por los Obispos de las distintas diócesis.

Pepa Nieto, Fiston Matabaro y Veinard Abamwindja

Hace unos días recibimos la visita de dos trabajadores de Cáritas. Fiston Matabaro, coordinador de proyectos de Cáritas en la diócesis de Kassongo y Veinard Abamwindja, de Cáritas Bukavu, y así nos explicaron algunas de las cuestiones principales para entender este conflicto, así como la labor que lleva a cabo Cáritas en el país.

¿Cómo es posible que un país con tanta riqueza haya acabado viviendo una de las peores crisis que se conocen?
Fiston: Todo esto se explica por una serie de factores internos y externos. Porque tenemos muchos minerales y muchas riquezas, por un lado. Pero tenemos un grave problema de gobierno, y débil y con mucha corrupción, financiada por estos recursos minerales. También tenemos el problema de los servicios del Estado como los militares o los policías. También los educadores. Sus sueldos son tan bajos que nunca pueden hacer su trabajo como se debe. Y a ello se le suma un sistema judicial que el propio Presidente ha calificado de «enfermo».

Con todo ello, nuestro pueblo vive en condiciones miserables. Viviendo sentados encima del oro, de todos los minerales que tenemos, pero sin acceso al agua, a los alimentos, sin comunicaciones, ni sistema sanitario.

Junto con todo esto, se han ido creando milicias que tienen como objetivo explotar de forma ilegal nuestras riquezas. Y esto tiene unas consecuencias muy graves para la población. Las multinacionales no creen en el poder del gobierno, al que ignora, y se alían con los países vecinos, que son los que crean estas milicias que consiguen dar salida a estos minerales a precios muy bajos.

Por esto, tenemos rebeliones continuas que no acaban nunca y que se repiten constantemente. Tenemos grupos rebeldes en la zona con armamento muy sofisticado. Están combatiendo con la nueva tecnología de la guerra. Viendo esa tecnología, te das cuenta de que son las propias multinacionales las que financian a las guerrillas de estos países vecinos para puedan, mediante la fuerza y el miedo, ir vaciando los pueblos y haciéndose con el territorio. Los rebeldes combaten sobre todo en las zonas mineras y los grupos militares del gobierno se concentran en los caminos de entrada o salida de estas zonas mineras. El pueblo se encuentra prisionero entre estos dos frentes. El Estado es incapaz de proteger al pueblo.

¿Cuáles serían, según vuestro criterio, las principales necesidades de toda esta gente del Congo Este?
Fiston: El pueblo de toda esta parte del este del Congo, después de estos años y de todo lo descrito, tiene grandes necesidades. Lo primero que se necesita es la paz. Es un pueblo que lleva decenas de  años en guerra, en un conflicto interminable. El pueblo está siendo asesinado, mueren cada día como moscas. A día de hoy, son ya más de 10 millones de personas las que han sido asesinadas en estos últimos años.

Además de que nos falta la paz, existe un grave problema humanitario. El pueblo se ve obligado a desplazarse continuamente, a huir cada día. Y como está continuamente en movimiento, no puede hacer nada en los sitios a donde llega. Llegan con lo que tienen y ahí se quedan hasta que vuelven a partir. Y esto crea muchas necesidades médicas, de salud, alimentarias, de falta de agua, de educación para los niños que llevan meses, años sin colegio, etc. Por otro lado, la violencia sexual se está llevando a límites desconocidos, a unos ultrajes brutales. Es un pueblo que está desesperado.

Fotografía cedida por Cáritas

¿Cuál es la labor que está llevando a cabo Cáritas para intentar ayudar?
Veinard: Cáritas, a pesar de esta terrible situación, se encuentra a lado de la gente, intentando aportar lo que pueda y lo que sea capaz. Por el lado de la paz, nuestros obispos llevan tiempo haciendo un grandísimo esfuerzo desde hace tiempo recorriendo países y multinacionales para intentar llegar a un consenso, a una paz. Por otro lado, Cáritas, con apoyo de entidades occidentales también africanas, están intentando apoyar con todo lo que se pueda necesitar a esta población desplazada.

Cáritas apoya con educación para los niños. También con kits de higiene, y alimentarios y también con la creación de fuentes donde la población desplazada pueda tener acceso al agua.

Sobre todo, Cáritas está apoyando en un tema que es muy grave, y es en el del abuso sexual. Las violaciones son un arma dentro de estas guerras y la mujer es la mayor víctima. Cáritas apoya con atención psicológica, con pequeños kits de dignidad, que llaman, que son pequeñas ayudas para que las mujeres puedan rehacer su vida.

Pepa Nieto (Cáritas Española): Aquí hay que explicar algo importante, y es que en estos países, cuando la mujer es violada, es rechazada directamente por su familia. Es algo cultural. En este sentido, Cáritas está trabajando para ayudar a la población a ver esto de otra manera. Es un trabajo que se lleva a la par y se van consiguiendo cambios. Pero lo cierto es que las mujeres se quedan fuera de la unidad familiar y estas ayudas de las que hablan los trabajadores de Cáritas consisten en ayudas económicas para que las mujeres puedan sostenerse. Se compran un poco de fruta aquí y la venden allí, y así pueden ir tirando. Son pequeños negocios que les permiten ir reconstruyendo su autonomía y ayudarles a que se puedan sentir mejor.

Veinard: A pesar de todo lo que os hemos contado, Cáritas es la única organización que ahora mismo está allí presente. Porque todas las organizaciones internacionales han huido, han puesto en seguro a todos sus trabajadores, bien hacia Ruanda o hacia Kinsasha.