La semana solidaria de Llaranes es un cauce de expresión de la fe en Cristo Resucitado que resucita en los pueblos y en las personas cuando salen de su situación de marginación, exclusión y pobreza para iniciar una vida nueva, una vida integrada, insertada, renovada.
Por ese cauce circulan año tras año muy diversas realidades, que son el objeto de nuestra atención para poner una gota de agua, un grano de arena, una pequeña aportación que contribuya a transmitir esperanza y brotes de nueva humanidad.
Ahí están las comunidades indígenas de Alta Verapaz que poco a poco van logrando cierta soberanía alimentaria, mejor calidad de vida y algún nivel de empoderamiento.
Ahí está la realidad de la emigración y del refugio que necesita apoyos para no sufrir la hostilidad y sí percibir la hospitalidad. ¡Qué buen cauce sería crear comunidades hospitalarias!
Ahí está la realidad de tantos trabajadores del mundo que sufren las consecuencias del escandaloso 1/99, es decir, “el 1% más rico del planeta acumula más riqueza que el resto de la humanidad” (informe Oxfam 2018).
Ante estas tres situaciones que hemos visto como prioritarias después de una profunda reflexión, nosotros, como Cáritas, como parroquia, como barrio, como sociedad hemos optado por el siguiente lema: “Movilizarse para transformar la realidad”.
Y hay que movilizarse porque la realidad así lo demanda y porque Cáritas nos dice “Sé parte para la solución de los problemas” invitándonos a construir la casa común en la que viven 7.400 millones de personas, pero que dentro de ella sólo está un 20% de la población y el resto está en las periferias.
El papa además, de una forma persistente, nos invita a salir a las periferias, a ser Iglesia en salida, a vivir la alegría y el gozo de la santidad practicando las bienaventuranzas ya que en la carne del pobre encontraremos la carne de Cristo.
La semana que año tras año celebramos es el culmen de un trabajo sereno y constante realizado a lo largo del año a través de folletos de información, hoja parroquial, homilías en los momentos fuertes, reuniones internas, reflexión de los materiales que nos llegan de Cáritas y de Guatemala, conferencias y publicaciones con el fin de mantener viva la llama de la caridad en toda la parroquia, especialmente en la catequesis, el fortalecimiento de la sinergia social y el compromiso de acciones constantes que den como resultado una solidaridad efectiva.
Tener un vínculo de caridad ayuda a la parroquia a vivir y celebrar su fe de forma armónica y unitaria.