Impartió el lunes en el Seminario la charla para sacerdotes “Seguir creciendo en la fraternidad”
Natural de Meneses de Campos (Palencia), el actual Obispo auxiliar de Valladolid se ordenó sacerdote en el año 1986 y su nombramiento episcopal tuvo lugar en el año 2011, cuando ostentaba el cargo de Vicario General de la diócesis. El próximo mes de noviembre cumplirá su primer año como Secretario General y Portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Este pasado lunes impartió la charla “Seguir creciendo en la fraternidad”, dentro del plan de Formación Permanente del Clero, y respondió a las siguientes cuestiones para Esta Hora:
A punto de cumplir un año como Secretario General de la CEE, ¿cuál es el balance ante esta nueva responsabilidad?
Es una labor muy bonita, porque ha supuesto tener una relación estrecha con los obispos de España y con los servicios que, desde la CEE, se llevan a cabo para las distintas diócesis. Me ha llenado de alegría fundamentalmente, al ver la realidad de una Iglesia que se sabe llamada a una gran transformación, pero que tiene montones de personas trabajando, con un deseo grande de ser misioneros.
La labor que realiza la CEE, ciertamente, a veces es una gran desconocida en el resto de las diócesis. Un ejemplo es el de las pastoral de migraciones, que conocimos hace poco en la Semana Diocesana de Formación con el testimonio y el trabajo de la Directora del Departamento de Trata de Personas de la CEE.
Al igual que este servicio, que atiende las migraciones, hay otros muchos que se realizan en la CEE, sabiendo que lo que se hace allí es eso, precisamente, prestar un servicio, porque la responsabilidad la tiene cada diócesis, a la hora de vivir tanto el aspecto de las migraciones como cualquier otro de la vida de la Iglesia. Muchas veces se mira a la CEE pensando que es una especie de organismo superior o Parlamento de gobierno de la Iglesia en España y no es así, es un instrumento de comunión y de servicio, pero no tiene una facultad propia a la hora de intervenir en la vida de las diócesis. Por cierto, que estando aquí en Oviedo, no puedo evitar recordar la figura de Mons. Juan Antonio Menéndez, que tanto alentó esta Comisión de Migraciones en los últimos años.
La responsabilidad de ser portavoz de una institución como la CEE ha de ser todo un reto.
Está claro que cada uno colorea las cosas que dice con su estilo y formas de sentir y pensar, pero yo tengo que ser fiel a la institución de la que soy portavoz. Ahí tengo un primer desafío. El otro, es saber que la propia regla de los medios pide que lo que uno dice sea subrayado, o se ponga el foco en una determinada expresión, resultando a veces que ese foco desenfoca, o se saca de contexto. Y no estoy hablando de mala intención de los medios, sino que lógicamente tienen que resumir o poner un titular, y a veces no se corresponde con lo que yo pretendía decir.
Una responsabilidad que se complica, a medida que proliferan tantos medios digitales especializados en información religiosa y diferentes puntos de vista.
El cotilleo eclesial, social y clerical ha existido siempre. Hoy tiene unos altavoces que son estos medios digitales, que muchas ve-ces, más que de información, son de opinión, que es legítimo, pero yo sí que les diría a los católicos que sepan distinguir los hechos de las opiniones, y que procuren ir a las fuentes que narran los hechos. Si se habla de un documento, y se da la opinión, lo mejor es leerse el documento. Además, muchas veces este cotilleo está más bien movido por intereses ideológicos o de líneas pastorales, que por un verdadero servicio a la comunión y a la Iglesia.
¿Cómo transmitir el punto de vista de la Iglesia en estos momentos de nuestra historia?
Todos los asuntos que están en la plaza pública nos interesan, como no puede ser de otra manera, y es bueno poder dar algún punto de vista, que en nuestro caso casi siempre tiene como referencia la Doctrina Social de la Iglesia. Pero hay veces en las que, ante estos asuntos, las decisiones han de ser llevadas a cabo por las Iglesias particulares donde estos asuntos se viven. La aplicación concreta de esos discernimientos no es nuestra competencia, nosotros podemos hacer una iluminación, recordar el Magisterio o la Doctrina, pero no dar una opinión en nombre de una institución en la que están presentes unas cuantas decenas de obispos de toda España.