Este sábado, 21 de mayo, ha tenido lugar un Encuentro de obispos y laicos de la Provincia Eclesiástica en el Seminario Metropolitano de Oviedo. Se trata de una jornada que habitualmente tiene lugar cada dos años, pero en esta ocasión hacía cuatro que no podía llevarse a cabo, a causa de la pandemia. Más de un centenar de personas se reunieron en el Aula Magna, procedentes de las diócesis de Santander, León, Astorga y Oviedo, acompañadas por sus obispos y por el Arzobispo emérito de Zaragoza, Mons. Vicente Jiménez Zamora, quien pronunció la conferencia central del encuentro, con el título «Los laicos en la Iglesia sinodal». En ella, tal y como el mismo don Vicente explicó, trató de integrar y armonizar «el proceso abierto por el Sínodo convocado por el Papa Francisco, y el camino de Post Congreso de Laicos. Es importante señalar –dijo– que ambos procesos convergen, confluyen y se fecundan mutuamente. Esto nos indica que el Espíritu Santo, protagonista de la misión evangelizadora de la Iglesia, sopla en la misma dirección para integrar ambos procesos en nuestros planes pastorales al servicio de la evangelización, donde los laicos tienen una misión fundamental».
«El Sínodo es un Kairós –explicó el Arzobispo emérito de Zaragoza en su conferencia–, un tiempo de gracia. El tiempo de Dios no tiene reloj y a cada uno nos está llamando a una renovación profunda, a un ser dóciles a las llamadas del espíritu para rejuvenecer la Iglesia. El Sínodo es un tiempo habitado por el espíritu. Sin el Espíritu no habrá Sínodo; habrá otras cosas, pero no Sínodo». También recordó que la sinodalidad «es una de las herencias del Concilio Vaticano II. Y es tan importante para el Papa Francisco, que repite la expresión de San Juan Crisóstomo cuando decía que la Iglesia tiene nombre de Sínodo. Así que no es algo accidental, sino que pertenece a la identidad misma de la Iglesia, a su entraña, a su funcionamiento, a su ADN. La Iglesia es constitutivamente sinodal».
Eso mismo recordó el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, que valoró la presencia de los participantes como «generosa y valiente, porque además, tenemos necesidad de este tipo de encuentros», y manifestó que «la sinodalidad no es una cosa tan moderna, sino que es tan antigua como la misma Iglesia, porque significa que la Iglesia no está constituida únicamente por los sacerdotes, los obispos y el Papa, sino que el Pueblo de Dios tiene esas tres grandes vocaciones: los ministros con su sacerdocio, los religiosos con sus carismas y los laicos con su compromiso en el mundo y la familia. Así, hemos profundizado en este encuentro en el significado que tiene una Iglesia que es comunión, comunión de personas y comunión de vocaciones, expresando precisamente que los pastores, los religiosos y los laicos queremos vivirlo todo como una Iglesia que camina como misionera que es».
Tras la charla principal, tuvo lugar un tiempo de trabajo por grupos, cuyas conclusiones se pusieron en común tras la comida. En los cuestionarios que debían responder, se invitaba a los participantes a valorar el proceso sinodal hacia dentro de las iglesias diocesanas y en el entorno social. También se les pedía opiniones sobre los pasos que habría que dar para que fueran más sinodales las estructuras de participación en nuestras iglesias diocesanas, especialmente en el Consejo Pastoral diocesano, Consejo de Laicos y Consejo Parroquial, así como una opinión acerca de en qué medida el primer anuncio, el acompañamiento o la formación están presentes en las respectivas diócesis.