Un total de 317 adultos van a recibir alguno de los Sacramentos de la Iniciación Cristiana este domingo, 1 de junio, en la Catedral. La mayor parte será la Confirmación pero 12 de ellos, además, van a bautizarse y a hacer la Primera Comunión. De estos últimos, una es Melani Miroslavova. Con 24 años y recién terminado el grado de Pedagogía en la Universidad de Oviedo, está realizando un Máster para formarse bien y comenzar a trabajar. Sus padres son búlgaros y ella llegó a España siendo una niña. La JMJ de Lisboa le cambió la vida, y desde entonces, ha estado acudiendo a Catequesis para adultos. Este es su testimonio:
¿Cuándo tomaste la decisión de que querías bautizarte?
Bueno, yo nací en Bulgaria, en una familia humilde y sencilla, donde la cultura bebe de una fe ortodoxa, aunque en realidad, mis padres nunca estuvieron realmente vinculados a la fe. A raíz de mudarnos, empecé a conocer Cáritas y a hacer voluntariado. Quise buscar una continuidad, y en un momento determinado se me ofreció ir a la JMJ de Lisboa, hace un par de años. Yo quería «explorar» aunque fuera de forma superficial, pero en un momento determinado, concretamente en una Adoración, sentí un pellizco que me sacudió y atravesó en un instante. Recuerdo que estaba sentada en un banco, con dos amigas, una a cada a lado, y que me sentía aparentemente tranquila y recogida. Pero de repente, me quebré y empecé a llorar. Como soy una persona muy pudorosa, decidí retirarme al último banco y ahí fue donde me deshice como un flan y comencé a plantearme cosas. Creo que de aquella grieta que se abrió en ese momento, fue donde nació todo.
Has tenido que empezar una formación y partir de cero en un grupo de catecumenado de adultos. ¿Cómo ha sido el proceso?
Yo diría que fue atípico. Ha sido un formato «vivencial», donde nos fuimos encontrando a lo largo de estos dos años con nuestro catequista y con diferentes actores que han ido formando también parte del proceso. Hemos profundizado, yo creo que en una línea cronológica del tiempo, tanto desde el Antiguo Testamento hasta el tema de los Sacramentos, la vocación y otros temas. Ha sido en la parroquia del Corazón de María, de Oviedo. Allí hemos ido haciendo convivencias con el grupo y hemos ido tejiendo poco a poco durante estos dos años diferentes encuentros, en los que hemos profundizado y nos han ido dando pequeñas píldoras para ir introduciéndonos cada vez más en la fe.
¿Qué te dijeron en tu familia y tus amigos cuando les explicaste que querías dar el paso de bautizarte?
Realmente creo que ellos se alegran. Aunque también pienso que no llegamos a entendernos en lo más profundo, pero se alegran y lo viven desde su historia y creo además que, de alguna forma, les alivia.
A partir de ahora, ¿qué papel crees que va jugar tu fe en tu vida y tu futuro laboral que está empezando a despuntar?
Me ido observando a lo largo de todo este tiempo y creo que te pones unas gafas distintas y a raíz de ahí cada pequeña acción que emprendes tiene un sentido mucho más profundo, donde las Navidades se viven de forma distinta, donde el trabajo se entrega de forma distinta y sirves y das en cada encuentro. Entonces, todo se vive de forma mucho más enriquecedora.
Y ¿cómo te sientes ahora que estás tan cerca de este momento del bautismo, después de casi dos años de catecumenado?
Bueno, realmente me quedo con millones de preguntas pero me agarro a una certeza. Pero a pesar de haber querido y deseado conocer muchísimo más, sé que transito el Camino, la Verdad y la Vida y, tejiendo bajo ese sostén, sé que entregas, te das, sirves y el resto no depende de ti. Entonces te sostiene algo mucho más grande. Te sostiene una Voluntad, con mayúsculas, la Voluntad. Todo se vive de forma mucho más ligera.
¿Cómo te planteas a partir de ahora un poco esa vida de fe ya de forma personal?
Creo que el día a día en sí es una entrega. Creo que de momento lo vivo a través del voluntariado e intentaré ir haciéndome hueco de forma que me sienta cómoda, también creando una identidad distinta.