La misa del Domingo de Pascua, celebrada en la Catedral de Oviedo, a las 12 del mediodía, reunió a una representación de las diferentes cofradías de la capital asturiana, que participaron unidas en la procesión de El Resucitado, que salió desde la puerta de la Limosna de la Catedral. En su homilía, Mons. Sanz recordó que «El paso, la pascua, de una muerte a la vida, es lo que celebramos los cristianos. No termina tanto gozo en el domingo de resurrección, sino que precisamente empieza, o mejor dicho, nunca terminó. Habría que decir que frente a quienes conciben la semana santa simplemente como unos días de descanso y vacación que concluyen con la temida operación retorno, nosotros no debemos regresar de lo que en estos días hemos visto y oído, sino permanecer ahí como testigos gozosos de la vida y la luz resucitada, en medio de un mundo cotidiano que sufre por demasiadas muertes y tinieblas».