Por segundo año consecutivo, el 14 de mayo se celebrará el Día del Profesor de Religión, una iniciativa que se impulsó entre las diócesis que componen la Provincia Eclesiástica, para recordar y valorar el papel y la responsabilidad del docente de la asignatura de Religión en la escuela.
Esta fecha coincide, además, con el lanzamiento a nivel nacional, desde la Conferencia Episcopal Española, de una campaña publicitaria para animar a los padres a que apunten a sus hijos a clase de Religión. Este año lleva por título «Son tantas las razones… apúntale a Reli», y pretende aportar argumentos a aquellos padres que dudan sobre si matricular a sus hijos en la asignatura.
En nuestra diócesis, María Milans del Bosch, profesora de Religión de Infantil y Primaria en el Colegio Público de La Fresneda, afirma que la asignatura de Religión es fundamental porque «no solo tenemos una programación y unos contenidos que, no solo persiguen la consecución de unos objetivos en cada una de las etapas, sino que además, les enseña a conocer, aprender a hacer, a ser y a vivir juntos. Es decir que, además de trabajar los contenidos, vamos más allá, colaboramos en el desarrollo integral de la persona, lo que es un poco el diálogo fe y cultura porque no se puede vivir sin profundizar en las grandes cuestiones como de dónde venimos o a dónde vamos. En ese sentido, también trabajamos a nivel de familia, de grupos, de amigos etc».
Eso sí, la asignatura no tiene nada que ver con la Catequesis. Una duda muy frecuente entre los padres. «No rezamos, eso lo dejamos siempre claro en las reuniones de comienzo de curso», destaca María. «Porque una cosa es la clase de Religión y otra la catequesis. Ni rezamos, ni es necesario que los alumnos estén bautizados o que vayan a catequesis».
De la misma manera opina Josep Giménez, profesor de Religión en Secundaria y Bachillerato en el Instituto de la Corredoria, en Oviedo. «Yo siempre les digo que no importa que los alumnos no estén bautizados o incluso que no sean creyentes. Les digo ¿por qué estás aquí, en Religión, en esta clase? Pues no lo sé, les reconozco. Pero lo que sí sé es que vienes a escuchar algo que es importante para tu vida». Sin embargo, en algún momento ha sucedido que un alumno ha pedido rezar o pedir por una intención en particular. «En ese sentido no tengo problema, y aunque saben que en clase nunca vamos a rezar, podemos hacerlo al acabar la clase, porque intentamos tener un acompañamiento con el alumnado».
«Yo siempre recurro al ejemplo de la manzana que una vez nos puso nuestro Arzobispo, don Jesús, en un encuentro de profesores», añade María. «Nos dijo que los profesores de Religión enseñaban qué es una manzana: un fruto, que crece en un árbol etc. Mientras que los catequistas enseñaban a probar esa manzana, a saborearla».
En la enseñanza de Secundaria y Bachillerato, los conceptos se amplían y sobre todo se «ahonda más en el sentido trascendente», explica Josep. «Estudiamos los distintos personajes de la Biblia y por supuesto la propia historia de Jesús. Así, se dan cuenta de la importancia de conocerlo y de cómo todo tiene un sentido importante en sus vidas». «En los primeros cursos de Secundaria siempre hay una línea continuista con respecto a la Primaria, pero a medida que van madurando, vamos aumentando el nivel y sobre todo vamos planteando las preguntas existenciales: ¿por qué estoy aquí? ¿por qué la Iglesia dice esto, o lo otro? Nosotros vamos dándoles respuestas y también preguntando sobre lo que ellos piensan, para dar opción a su propia reflexión».
Los conocimientos que los niños van adquiriendo no se quedan en la clase, sino que muchas veces son transmitidos a las familias y a los amigos, lo que conlleva siempre un diálogo y muchas veces sorpresa en el caso de los padres, cuando van a un museo y sus hijos entienden las historias que se reflejan en las obras de arte, o cuando van a una procesión y comprenden el significado que expresan los pasos.
«Creo que el Día del Profesor de Religión es muy importante –afirma María– y desde aquí quiero mandar un abrazo muy fuerte a todos los compañeros de Religión, por su labor diaria y por su esfuerzo continuado». «La verdad es que es una celebración muy acertada –coincide Josep–, porque además se celebra en la festividad de San Matías, el Apóstol escogido por los discípulos y el que viene a sustituir a Judas Iscariote. Es también reflejo del envío que hacen los obispos a los profesores de Religión, cada uno enviado a una misión, a evangelizar a través de las clases de Religión».