La Asociación Gijonesa de Caridad, conocida popularmente como la Cocina Económica, cumple 120 años. Con este motivo estos días se han llevado a cabo diversas celebraciones, para recordar su historia y dar gracias a Dios por su existencia, tan querida y arraigada en la ciudad.
El pasado lunes, 26 de mayo, el Arzobispo de Oviedo acudía a sus instalaciones para recorrer y conocer de primera mano todos los proyectos que allí se llevan a cabo y su visita finalizaba con la eucaristía en la parroquia de Begoña, de los Padres Carmelitas, una celebración a la que acudían voluntarios, trabajadores, usuarios y personas afines a la institución.
Mons. Jesús Sanz visitando la cocina
Los orígenes de la Cocina Económica en realidad se remontan a la última década del siglo XIX en Gijón. En ese tiempo, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl crean un comedor social y unos años más tarde, en 1905, un grupo de ciudadanos puso en marcha la Asociación Gijonesa de Caridad. Ambas instituciones funcionaron de manera independiente durante unos años, pero al cabo de un tiempo, la Asociación absorbió el comedor que dirigían las Hijas de la Caridad, quedando al frente de la dirección los responsables de la misma, con la presencia también de las religiosas, que atendían el comedor y «en general dando un espíritu y un estilo con el que hoy seguimos queriendo atender a los necesitados. Ellas han permanecido siempre y hoy sigue siendo así». Así lo explica el actual presidente de la Cocina Económica, Ignacio Blanco. De tal manera que la Asociación Gijonesa de Caridad, que en la ciudad se ha seguido conociendo como la Cocina Económica, mantiene una serie de vocales, que tienen carácter voluntario y al mismo tiempo permanecen también las Hijas de la Caridad, sin la responsabilidad de la gestión o de la administración económica pero sí mantienen su presencia y «el espíritu fundamental» de la casa, tal y como recuerda el presidente, Ignacio Blanco, cargo que es también, por cierto, voluntario, que añade que «para explicar un poco nuestra figura jurídica y el papel de las Hijas de la Caridad, que somos una institución aconfesional, que no depende de la Iglesia católica, pero sí de inspiración cristiana, y el estilo con el que tratamos o pretendemos tratar a la gente que acude a nosotros es el que nos aportan las Hijas de la Caridad».
El presupuesto que la Cocina Económica maneja en Gijón cada año es grande: alrededor de dos millones que euros. De ello, alrededor del 50% procede de subvenciones de instituciones públicas, principalmente el Ayuntamiento de Gijón, pero también de la Consejería de Bienestar Social. «El resto de los ingresos, que es una gran cantidad, son aportaciones que proceden fundamentalmente de socios particulares y de empresas que tienen un compromiso con nosotros, y que nos ofrecen una cuota voluntaria y con la periodicidad que ellos mismos estiman», explica el Presidente. «En todo ello están implicados muchísimos gijoneses y además tradicionalmente ha sido así», reconoce.
Junto con las aportaciones económicas, las donaciones en especie suponen una gran ayuda también. «La inmensa mayoría de los supermercados de Gijón nos donan alimentos, algo que para nosotros es fundamental, ya que un tercio de nuestros gastos son en alimentación», afirma Ignacio Blanco. Y es que la Cocina Económica ofrece cada día alrededor de 350 comidas y 220 cenas. «El Director de la Cocina Económica, Rafael Piñera, tiene una imagen muy gráfica para describirlo», dice su Presidente. «Y es que damos todos los días el equivalente a tres bodas. ¿Qué restaurante hay en Gijón que prepare tanta comida a diario?».
En el almacén, con el Director, Rafael Piñera (izquierda) y el Presidente, Ignacio Blanco (derecha)
Sin embargo, aunque la Cocina Económica es conocida efectivamente por esa labor diaria de ayuda con la alimentación, en realidad es mucho más que eso. «Con los años las Hijas de la Caridad han ido poniendo en marcha otro tipo de recursos, según iban observando necesidades, principalmente en quienes venían al comedor», explica Ignacio Blanco. Y es que unas 50 personas viven de forma temporal en la casa, a través de tres programas diferentes. Uno de ellos, con 20 plazas disponibles, está reservado a personas que están recuperándose de toxicomanías, drogodependencias o alcoholismo. Por otro lado, la casa cuenta con cuatro apartamentos independientes para acoger a familias, que suelen ser madres con niños pequeños que, por motivos de salud, desahucios u otras causas, no tienen un hogar. Y finalmente hay un tercer recurso con otras 20 plazas, la mitad para hombres y la otra mitad para mujeres, para personas que están en la calle, y que «no solo están acogidos para que puedan vivir en un sitio, sino para que puedan contar con un acompañamiento para superar un estado de salud malo, o porque no tienen una formación básica que les permita salir adelante, y cuentan con la ayuda de educadores sociales, técnicos de integración que les acompañan para que puedan superar esa situación, con la esperanza de que, en unos meses, puedan independizarse y llevar una vida lo más normalizada posible», explica el Presidente.
No solo eso. La Cocina Económica cuenta con una clínica dental muy bien equipada gracias a la donación de unos dentistas, a la que acuden periódicamente profesionales sanitarios voluntarios a atender a la gente y que tiene una lista de espera de un año, por lo que desde la institución se hace un llamamiento a los dentistas: «nos vendría muy bien tener algún voluntario más para poder acortar estas listas de espera», reconoce Ignacio Blanco.
Junto con todo ello, la casa cuenta con un taller ocupacional, con la ayuda de psicólogos voluntarios, abogados que prestan un servicio jurídico, y personas que ponen a disposición de la casa todos sus conocimientos y habilidades.
Y es que, para Ignacio Blanco, sin la labor de los 120 voluntarios que colaboran con la Cocina Económica de Gijón, «tendríamos que cerrar», afirma tajante. La casa cuenta con 34 trabajadores profesionales contratados, pero sin los voluntarios, no podrían llegar a todo. «Ellos son una pieza clave –reconoce el Presidente de la Cocina Económica–. La mayor parte colabora con el comedor, sirviendo comidas, recogiendo, limpiando… Todos los días acuden entre 10 y 12 voluntarios. Personas de una generosidad enorme haciendo gestiones de todo tipo».
Consulta dental de la Cocina Económica
A pesar de la gran labor de voluntariado, de los donativos tanto en dinero como en especie, la Cocina Económica sigue necesitando una seguridad económica. «Resulta poco elegante pero si tuviera que pedir algo, pediría dinero. Socios» –reconoce su Presidente–. «Siempre vamos terminando el año con déficit, que siempre acabamos corrigiendo con donativos extraordinarios que aparecen en el último momento, pero mi llamamiento a la sociedad sería «Hágase usted socio de la Cocina Económica. Y si ya lo es, busque entre sus amigos, vecinos y familiares, porque necesitamos aumentar el número de socios». Y junto a eso, «donaciones en especie». «Desde una bicicleta a ropa –porque tenemos ropero–. Antes de deshacerse de algo, pregúntenos, porque seguro que podemos darle un buen uso».