Ordenaciones presbiterales y diaconales 2025: «Que por dentro y por fuera se note que sois sacerdotes»

Publicado el 09/06/2025
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Ordenaciones presbiterales y diaconales 2025: «Que por dentro y por fuera se note que sois sacerdotes»

La diócesis vivió este domingo, solemnidad de Pentecostés, una jornada de gran alegría con la ordenación de cuatro nuevos sacerdotes y seis nuevos diáconos. La Catedral de Oviedo se encontraba a rebosar de familiares, amigos y allegados de los ordenandos, en una ceremonia que fue retransmitida en directo a través del canal de Youtube del Seminario misionero diocesano Redemptoris Mater de Oviedo. La celebración estuvo presidida por el Arzobispo, Mons. Jesús Sanz Montes, con la presencia de Mons. Luis Carlos Dias, Obispo de la diócesis de San Carlos (Brasil), familiar de uno de los ordenandos y numerosos sacerdotes diocesanos que quisieron estar presentes y acompañarles en este día.

Dimas Fernández, natural de Valdesoto (Siero); Juan Bautista González, de Barbate (Cádiz); Joâo Otavio da Silva, procedente de Caconde (Brasil) y Jonathan Solano, de Cartago, en Costa Rica, fueron los cuatro diáconos que este domingo recibieron el Ministerio del Presbiterado  mientras que los seminaristas Rafael García, de Oviedo; Edgar Michel Perales, de Perú; Jhon Ángel Terán, de Venezuela; Modesto Eliezer Mateo, de República Dominicana; Luis Guillermo Holguín, de Colombia y Geoffrey Bravo, de Perú, se ordenaron diáconos este domingo.

En su homilía, Mons. Sanz Montes explicó a los numerosos asistentes que «estos diez jóvenes, con su vocación ministerial, van a prolongar esta misión con la llamada que han recibido en la Iglesia». «Queridos hermanos y amigos ordenandos –les dijo–, estáis en la fila de los elegidos como diáconos y presbíteros. Durante años habéis estado en otras filas. Cuando por primera vez asististeis a una ordenación sacerdotal, o cuando os poníais detrás de la fila de compañeros que iban delante en vuestra andadura como seminaristas. En esta tarde de Órdenes, la pregunta para los que ya estamos hace años ordenados es en qué fila me encuentro: la de la disponibilidad a lo que Dios me sigue pidiendo o el enrocamiento en mis cálculos».

También recordó el Arzobispo de Oviedo en su homilía las palabras del Papa León XIV de hace tan solo unos días, en una ordenación sacerdotal en Roma, cuando les dijo a los jóvenes que iban a recibir el Ministerio: «Vosotros sois testigos de que Dios no se ha cansado nunca de reunir a sus hijos, por diferentes que sean, y de constituirlos en una unidad dinámica. No se trata de una acción impetuosa, sino de aquella suave brisa que dio esperanza al profeta Elías en la hora del desaliento. La alegría de Dios no es ruidosa, pero realmente cambia la historia y nos acerca unos a otros… Queridos ordenandos, ¡concebiros a la manera de Jesús! Ser de Dios, siervos de Dios, pueblo de Dios, nos ata a la tierra: no a un mundo ideal, sino al mundo real. Al igual que Jesús, es a las personas de carne y hueso a las que el Padre pone en vuestro camino. Os consagráis a ellos, sin separaros de ellos, sin aislaros, sin hacer del don que habéis recibido una especie de privilegio».

«Son hermosas estas palabras del Santo Padre –dijo Mons. Sanz–. Ser de Dios para donarnos a las personas de carne y hueso a las que en su nombre sois enviados como ministros de la gracia y la reconciliación, y que por dentro y por fuera se note que sois sacerdotes. Aprenderéis en vuestro ministerio tantas cosas no estudiadas en los libros, ni previstas en vuestro rodaje pastoral, tanto en vosotros mismos como en las personas a las que serviréis en nombre de Dios y de la Iglesia. Aprenderéis las lágrimas de sus llantos, el dolor de sus heridas, los gozos de sus alegrías y el ensueño de sus esperanzas. Dejaos sorprender por Dios y consentid en ese intercambio de vuestra propia humanidad puesta al servicio de los hermanos: vuestros labios sean cantores de palabras de vida, vuestras manos repartan la gracia que salva y libera, vuestros ojos reflejen la misericordia en la mirada y el amor palpite siempre en vuestras entrañas. Sólo así seréis ministros de Dios y servidores de los hermanos, como peregrinos de la voluntad del Señor y jamás como turistas de vuestros caprichos, con la ilusión intacta de un misacantano sin la doblez escéptica de quien, desfondado, no ha nutrido ni cuidado su vocación primera».