En su comentario ante el III Domingo de Adviento, domingo de «Gaudete», Mons. Jesús Sanz recuerda que «No es fácil la alegría en tantos rincones de la tierra», y razones hay: «Sin duda que razones para esta postura –afirma– podemos recabarlas en demasiadas tragedias de nuestro mundo cotidiano. Se trata de historias reales en donde una crisis económica, una enfermedad incurable, una violencia de tantos modos sufrida… hace que el horizonte vital de tantas personas y de pueblos enteros, esté bajo la sospecha de que la alegría es una quimera tremendamente mal repartida». Así «cada uno tendrá que reconocer cuáles son sus desiertos, sus yermos, sus páramos y estepas; cada uno tendrá que poner nombre a la ceguera, la sordera, la cojera o la mudez de las que nos habla este domingo la Palabra de Dios. Esta es la alegría que esperamos –destaca el Arzobispo de Oviedo– y que se nos dará por quien está viniendo. Una alegría que no engaña ni caduca porque nace del don de Dios, que dibuja en el rostro la mejor sonrisa y llena de paz nuestro corazón».
