El próximo ocho de diciembre se festeja la Inmaculada Concepción, patrona de España y de la infantería, y por eso motivo desde el Regimiento Príncipe de Cabo Noval han organizado, de la mano de su capellán castrense, el Triduo en honor de su patrona. Juan Luis García, natural de Guadix en Granada, lleva más de un año como capellán de este acuartelamiento y se ha mostrado muy participativo en las actividades de la diócesis, «estoy encantado de estar en Asturias, es una sociedad que acoge muchísimo. En Andalucía y aquí somos muy parecidos con un carácter muy acogedor y abierto, y me siento muy a gusto y dispuesto a implicarme en todo lo que haga falta».
El Triduo de la Inmaculada, una tradición que se había perdido, se recupera ahora de una manera especial ya que se celebrará en Oviedo, Gijón y Avilés con una celebración en cada una de las tres ciudades. «Fui idea del coronel Gutiérrez ir cambiando de sede con el el fin de hacer partícipes a toda la población civil que quiera acompañarnos y al personal militar tanto activo como en la reserva, como las asociaciones de veteranos se les facilitase acudir», explica el sacerdote, «queríamos celebrar compartiendo con tres ciudades a las que estamos muy vinculados espiritualmente». De este modos el día 4 la misa se celebrará en la Basílica del Sagrado Corazón de Gijón a las 19.30 h., el día 6, fiesta de San Nicolás, en San Nicolás de Bari de Avilés, a las 19.00 h. y el día 7 en la iglesia de San Isidoro el Real de Oviedo a las 20.00 h., presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes.
«España ha sido siempre una nación inmaculista, ya antes de que se proclamase oficialmente el dogma, en el siglo XIX, en España en el siglo XVI para acceder a cualquier corporación debías prometer defender el voto inmaculista», indica el capellán para explicar la historia que hay detrás de la elección de esta advocación como patrona de España y de la infantería: «La virgen santísima siempre ha salido al amparo de España cuando se ve en dificultades. Teníamos un tercio en Holanda defendiendo que le pueblo fiel pudiese seguir siendo católico porque se habían hecho protestantes los nobles y estaban obligando a los fieles a convertirse. La noche del siete al ocho de diciembre se encontraban en la isla de Bommel, que está rodeada por dos ríos, en una situación desesperada tanto que el almirante holandés le dijo al maestre de campo español que se rindiesen porque les iban a vencer. Él le respondió que los españoles preferían la muerte a la deshonra y que ya capitularían cuando estuviesen muertos», relata Juan Luis García, «abrieron los diques y empezaron a verse rodeados de agua, tuvieron que refugiarse y un soldado tocó algo de madera que resultó ser un cuadro de la Inmaculada. Esa noche, muy raro en esa zona, hizo mucho viento y las aguas se congelaron y los españoles caminaron sobre el hielo y atacaron por sorpresa. Hasta el almirante holandés dijo que aquello era un milagro».