Los comienzos de los años 90 del pasado siglo marcaron en Gijón la andadura de nuevas parroquias en barrios como El Bibio, El Coto o El Llano.
San Nicolás de Bari, en El Coto, es una de ellas. En realidad empezó a funcionar como parroquia en los años 80, situada, provisionalmente, en las instalaciones del colegio de las Dominicas. Al poco tiempo pasó a ocupar un semisótano de la calle Quevedo, donde permanecieron durante varios años, hasta que, en 1992, se instaló definitivamente en el complejo parroquial que hoy conocemos, situado en la calle Avelino González Mallada, 25. En los años 80, la zona se encontraba atendida pastoralmente por las parroquias del Corazón de María y San Andrés de Ceares, y abarcaba a unas 100.000 personas, por lo que en la diócesis se vio la necesidad de crear una parroquia más. “Pensaron en mí para ella –reconoce su párroco desde entonces, el gijonés Fernando Fueyo– porque acababa de regresar de la misión de Burundi, donde estuve durante 12 años”. “Al principio las cosas no estaban muy claras con los límites de cada parroquia, pero todo se terminó solventando con cierta facilidad, y le pusimos el nombre de San Nicolás de Bari, sencillamente porque el auténtico nombre del barrio es El Coto de San Nicolás”, explica.
Hace tan sólo unos días, el 24 de septiembre, el Arzobispo de Oviedo Mons. Jesús Sanz presidió una eucaristía en la parroquia, para celebrar las bodas de plata de su templo actual. Fue una celebración emotiva, llena de recuerdos y reconocimientos a todas las personas, sacerdotes y laicos, que dejaron su huella de trabajo y entrega entre sus muros. A lo largo de estos 25 años, en la parroquia se han celebrado 1.609 bautismos, 974 Primeras Comuniones, 365 Confirmaciones, y se han casado 259 parejas. Un dato menos esperanzador: también se han celebrado 1.799 funerales, y es que, cada año, Fernando Fueyo entierra a más de 70 personas; el barrio envejece, y sus habitantes con él.
La iglesia en la que se encuentra la parroquia de San Nicolás de Bari se consiguió gracias a la intervención del entonces alcalde de Gijón, Tini Areces. “A la gente le daba pena marchar del semisótano en el que nos encontrábamos antes de llegar al templo actual, porque era muy acogedor –recuerda el párroco-. Pero era muy pequeño y tenía muchos inconvenientes. Estuvimos buscando un lugar más apropiado, y apostamos por este lugar, que era propiedad municipal, concretamente, los patios del antiguo cuartel, donde posteriormente se han ido levantando más instalaciones municipales, como la piscina o el centro de salud. Todo esto se logró con Tini Areces, al que yo estoy inmensamente agradecido, pues se volcó en el proyecto. Nos movimos mucho para conseguir la financiación, y logramos levantar este complejo parroquial, que es muy práctico y que tenemos la satisfacción de tenerlo totalmente pagado”. Y todo ello gracias al tesón del párroco y la generosidad de las personas, especialmente del barrio, pero también de todo Gijón, que, gracias a su participación en actividades como la lotería de Navidad, financiaron más del 50% de las obras. “Parece una tontería pero llevamos más de treinta años haciendo lotería, y siempre toca algo, aunque sea la pedrea. Hoy la lotería es consustancial a la parroquia y si se nos ocurre quitarla, nos matan”, afirma, entre risas el párroco.
San Nicolás de Bari en El Coto heredó, al comenzar a funcionar, la guardería diocesana de El Bibio, todo un clásico en Gijón, y considerado uno de los mejores centros de educación infantil de la ciudad. No sólo por su antigüedad –data de los años 70– sino por el nivel de los educadores y su proyecto pedagógico. “Es una guardería mítica”, afirma Fernando Fueyo. “Pertenecía a la parroquia del Corazón de María, que posteriormente creó su centro infantil en Contrueces, y acabamos dirigiéndola desde la parroquia, con el apoyo inestimable de los profesionales. Está mal que yo lo diga, pero siempre ha tenido mucha fama en Gijón”.
Con el tiempo, además, fueron surgiendo los diferentes grupos coordinados en torno a la parroquia. Por ejemplo la Asociación Juvenil, que preside Christian Guisado. Se trata de un grupo creado en 1996, que tras unos años más bajos, volvió a resurgir en el año 2009, y que actualmente reúne a niños y jóvenes de entre los 7 a los 18 años. “Nos reunimos todos los domingos y llevamos a cabo actividades para involucrarnos en la parroquia, y también llevamos a cabo otras actividades de tiempo libre. Hacemos una oración cada vez que comenzamos, y también tenemos la Cruz de San Damián, que se ha convertido en un símbolo para nosotros, y que cada semana un chaval la lleva a casa para rezar allí con su familia. Esta cruz me la regaló Diego Macías, un sacerdote que comenzó aquí, en San Nicolás, y con el que vivimos la JMJ de Colonia. Antes de irse de la parroquia me dio esa Cruz, y para mí fue un símbolo que quisiera transmitir al resto de los jóvenes”, explica Christian. Entre otras actividades, los jóvenes están involucrados en Cáritas, en la catequesis de Confirmación, y en el campamento que se realiza en Rodiezmo (León). Éste permaneció cerrado varios años, pendiente de una importante reparación y puesta al día, y volvió a funcionar justo el verano pasado con un grupo de sesenta niños y jóvenes. “Es un bien inmueble que tiene la parroquia, que usamos también para alguna convivencia de colaboradores, y que no queda muy lejos”, explica el párroco.
Otra de las actividades especialmenteparticipativa en la parroquia es el grupo de Pastoral de la Salud. Un grupo de voluntarias (todas ellas mujeres) se ocupan directamente de atender –visita domiciliaria incluida–, a unos cincuenta enfermos y mayores del barrio. “Estoy muy contento con esta iniciativa, pues me parece una actividad fundamental –explica el párroco–. Es algo vital para una parroquia, atender a los enfermos como hizo Jesús. La labor de las voluntarias es fundamentalmente ir a casa de los enfermos y mayores, hacerles compañía, interesarse por ellos, y una vez al mes les llevamos la comunión”, reconoce . “Personalmente lo hago el primer viernes de mes, recordando las promesas del Sagrado Corazón, y así me obligo a no dejarlo nunca. También vamos a alguna residencia, rezamos un poco, cantamos, y la gente se siente muy acompañada”.
Vida Ascendente, Acción Católica General, Catequesis de Adultos e Infantil, Grupo de Liturgia, Lectura de la Biblia, Hospitalidad de Lourdes o Cáritas son algunos de los grupos que están vinculados a la parroquia. Son en total dieciséis, coordinados y participados por un total de ciento siete personas que prestan una importante labor, no solo de puertas para adentro, sino volcados hacia el barrio. Algo que se hace evidente en la labor de la Cáritas parroquial, donde los voluntarios acogen a un grupo mayoritario de inmigrantes latinoamericanos pero también de otras nacionalidades, procedentes de Europa del Este o africanos, y también un grupo numeroso de musulmanes, que acuden, todos ellos, a solicitar ayuda en sus necesidades más básicas, principalmente alimentación, pago de recibos a los que no pueden hacer frente, y también ayuda para ser derivados a los trabajadores sociales.