El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, conferirá, este domingo en la Catedral, a las siete y media de la tarde, la Orden del presbiterado y del diaconado a un diácono, dos seminaristas y tres laicos asturianos.
La fecha inicial para este acto tan importante para la diócesis estaba fijada en un principio para junio, coincidiendo como suele ser tradicional con la solemnidad de Pentecostés, pero en esta ocasión las circunstancias sanitarias hicieron que tuviera que posponerse. La celebración, además, tendrá lugar a puerta cerrada, limitando la asistencia para cumplir con las restricciones de aforo del templo. Ante una circunstancia tan poco usual, en la que tantas personas hubieran deseado estar presentes para acompañar a los ordenandos, desde el Seminario Metropolitano se anima a todos los cristianos asturianos a que oren por ellos desde sus comunidades.
Miguel Vilariño, natural de Oviedo y de 27 años de edad, será ordenado sacerdote en esta celebración. Un momento que vive “con paz, tranquilidad y ganas”, a pesar del “baile de fechas” , ya que “no es lo único que se ha tenido que retrasar, y las circusntancias, así lo requerían”.
Pertenece la parroquia de San Pablo de la Argañosa y reconoce que, aunque vivió diversas experiencias, como su paso por la Escolanía de Covadonga, fue la parroquia, sus catequistas y sacerdote, quienes le ayudaron a acercarse “un poco más a Dios”. Así, con el tiempo, “se fueron dando algunas circunstancias en mi vida y algunas preguntas, con las que poco a poco me fui acercando al Seminario. He estado allí siete años discerniendo esa vocación, intentando saber si de verdad Dios me llamaba para este camino”.
Tras su ordenación como diácono, Miguel pudo hacer una experiencia en la misión diocesana de Benín, algo totalmente “sorprendente e inolvidable”, y, el resto del año, colaborar con la UP del Bajo Aller, donde se hizo cargo de la catequesis de infancia, algo de lo que está “muy agradecido” y donde, en general, reconoce haber aprendido, porque “estando en la parroquia, uno puede hacerse cargo de lo que supone el día a día”.
Su futuro próximo se sitúa en la UP del Narcea, que comprende treinta parroquias y donde compartirá su labor pastoral con dos sacerdotes más, a los que conoció en el Seminario. “Voy con ilusión, muchas ganas y agradecido al Señor por todos estos años –reconoce–. Y desde luego, me dejaré guiar por mis hermanos sacerdotes, pues tienen más experiencia que yo”.
Marcos Argüelles es uno de los dos seminaristas que serán ordenados diáconos este domingo en la Catedral. Tiene 28 años y procede de Pola de Siero. “Estudiando Historia en la Universidad de Oviedo, me di cuenta de que tenía inquietud por ser sacerdote, y pensé que tenía que probar a entrar en el Seminario –recuerda–. Consultándolo con mi director espiritual en aquel momento, éste me animó a acabar primero el Grado de Historia, y al terminar, entré en el Seminario para discernir esa vocación”.
Marcos estuvo siempre vinculado a su parroquia de San Pedro, donde ha sido catequista y ha estado involucrado en la pastoral. Este próximo curso pasará a colaborar con la parroquia de San Pablo de la Argañosa en Oviedo.
Arturo José Matías, por su parte, es natural de Gijón, tiene 46 años, estudios de Geología y, antes de ingresar en el Seminario, estuvo trabajando en obra civil. A lo largo de estos años, ha colaborado con las parroquias de Contrueces y San Vicente Paúl, en Gijón, así como en Posada de Llanera.
Tres nuevos diáconos permanentes
En estos últimos meses, ha sido el Rector del Seminario, Sergio Martínez Mendaro, el encargado de la formación de los aspirantes al diaconado permanente. Este será el tercer año en el que se ordenarán laicos en nuestra diócesis con esta vocación concreta, por lo que, a partir de este domingo, Asturias contará con nueve diáconos permanentes repartidos por toda nuestra geografía. Ocho más se encuentran en periodo de discernimiento y formación, y reconoce que “la historia de cada vocación es la historia personal de cada uno de ellos, todos diferentes –afirma el Rector del Seminario, hablando de los futuros ordenandos en general-. Lo que tienen en común es la ilusión y las ganas de decir que sí a un proyecto de vida muy especial y eso es lo grande de este paso que van a dar”.
En su mayoría, se trata de personas de una edad más bien avanzada. Los tres futuros diáconos permanentes cuentan con 56 años (José Luis García), 58 años (Alfredo Jesús García) y 62 (Antonio Huélamo).
“Antes del discernimiento yo ya estaba implicado en la Iglesia –reconoce el primero.– Esto ha sido un proceso largo, de mucho tiempo, y finalmente te propones dar este paso para ayudar a la Iglesia porque hay que sumar, no restar”, explica, afirmando que se sintió totalmente respaldado tanto por su mujer como por sus hijos cuando les planteó la posibilidad de comenzar su formación para llevar a cabo esta labor. “Mi mujer comparte mi fe y siempre ha colaborado con la parroquia, como yo –dice–. Lo que sí que es cierto, es que ha sido un gran sacrificio, sobre todo estos años de estudios que me han quitado mucho tiempo de estar con mi familia”.
Culminar los estudios ha sido un motivo de satisfacción pero también de sorpresa, afirma, “, porque al ver la edad que tenemos y los años que hace que no estudiábamos, que son muchos, no sé cómo hemos sido capaces de superarlos, pues no eran nada fáciles. Y encima conciliar todo ello: la familia, el trabajo, la vida diaria y las cosas de la parroquia. Ha tenido que ser obra del Espíritu Santo”, reconoce, entre risas.
A partir del domingo, los tres podrán celebrar la Palabra (que no la eucaristía, pues no pueden consagrar), pero sí casar, bautizar, y estar, en general, al servicio de la parroquia en lo que los párrocos les encomienden, allí “donde el señor Obispo tenga a bien enviarnos”, explica José Luis.
El domingo será un día de fiesta para la diócesis donde se celebrará que son, como ha afirmado en su carta Mons. Sanz, “enviados por Dios al servicio de los demás”.