«Poco a poco vi cómo el Señor me iba pidiendo algo más»

Publicado el 06/06/2025
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
«Poco a poco vi cómo el Señor me iba pidiendo algo más»
De izquierda a derecha, Edgar Michel, Dimas y Rafael

«Soy de Valdesoto, en Siero, y tengo 37 años recién cumplidos. Antes de entrar en el Seminario me dedicaba a la ebanistería. Estudié en Infiesto y siempre colaboraba con la parroquia. Era catequista, luego fui teniendo cada vez más compromisos, tenía las llaves de la parroquia, participaba en en los Consejos Pastorales y poco a poco vi cómo el Señor me iba pidiendo algo más». Así comienza a relatar brevemente su historia Dimas Fernández. Es uno de los cuatro diáconos que este domingo por la tarde serán ordenados sacerdotes en la Catedral. Él se formó en el Seminario Metropolitano; con él, estarán también Juan Bautista Crespo, natural de Barbate (Cádiz); Jonathan Solano Monge, de Costa Rica y Joâo Otavio da Silva, de Brasil. Los tres, del Seminario diocesano misionero Redemptoris Mater.

Como todos los diáconos, durante este año han estado colaborando en Unidades Pastorales, aprendiendo y ayudando también a los sacerdotes. En el caso de Dimas, estuvo en la parroquia de San Pablo de la Argañosa (Oviedo), allí llevaba «la catequesis y ayudaba al párroco en todo lo que hiciera falta», una experiencia en la que ha estado «muy contento y con mucha alegría porque la gente ha sido muy buena y muy atenta conmigo».

Llegados a este momento, a un paso de su ordenación sacerdotal, a veces Dimas reconoce que no se lo cree. «Tengo una gran alegría interior pero a veces me digo: parece mentira que me vaya a ordenar sacerdote. No estoy nervioso la verdad, pero esperemos a ver el domingo». Durante todo este tiempo, reconoce que ha aprendido «de todos los sacerdotes con los que he podido compartir, no solo ahora, sino desde que era pequeño. Todos me enseñaron mucho sin que ellos lo sepan, pero de todos aprendí», afirma, recordando, además, que tiene una devoción especial por San Agustín: «se venera mucho en mi pueblo y a mí me llama mucho la atención. Leer sus escritos y conocer su vida me ha ayudado mucho».

Rafael García es uno de los seis seminaristas que este domingo se ordenarán diáconos. Lo hará con 46 años y tuvo que dar el paso definitivo para ingresar en el Seminario Metropolitano en el año 2018. No era fácil. Tenía su trabajo, su vida. Ni siquiera siempre se había sentido cerca de la Iglesia. Pero se fue acercando poco a poco, sentía una llamada especial y, tras dos años de dar vueltas, decidió dar el paso. Han sido unos años importantes de discernimiento en el que considera que «había que ver si esa llamada era verdadera, ir mejorando en los estudios, en la oración y en definitiva, un crecimiento integral como persona. Mejorar para estar configurado con el Corazón de Cristo», explica.

«Hay que ser realista, para mí fue difícil», reconoce pensando en lo mucho que le costó adaptarse a la vida en el Seminario. «Vienes de vivir solo y eso de juntarte con más gente cuesta. Yo soy una persona muy tímida y ellos me han ayudado a abrirme, a ser más espontáneo y tener un poco más de alegría porque soy muy serio. Poco a poco, voy aprendiendo a ser más extrovertido». Ahora que va a dar un primer gran paso, afirma sentirse «contento y a la expectativa». «Mi única preocupación, lo que me tiene a mí en tensión, es ser capaz de aquello que me pide la Iglesia», dice.

La historia de Edgar Michel es muy distinta. Él es otro de los seis seminaristas que este domingo serán ordenados diáconos. Ingresó en el Seminario siendo muy joven, y lo hizo en el de su diócesis natal, la de Chiclayo, en Perú. En aquel momento, su Obispo era Mons. Robert Francis Prevost, hoy Papa León XIV. En el año 2021 surgió la oportunidad de venir a España a completar sus estudios y así lo hizo, en el Seminario Metropolitano de Oviedo. La amistad con el Obispo de su diócesis, hoy Pontífice, continuó, hasta el punto de que ha podido enviarle hace poco «una pequeña carta diciéndole que rezo mucho por él y que seré ordenado este domingo. También le pido que me encomiende para que sea fiel a lo que la Iglesia me pide y que yo rezo por él ante la Santina». A su carta el Papa le ha respondido «con unas pequeñas letras». Algo que le ha ilusionado mucho y que «de algún modo me ayuda a crecer en mi amor a la Iglesia porque en definitiva creo que el Ministerio va por ahí, por ponerme a disposición de la Iglesia».

Su experiencia de vivir en un Seminario en Perú y después finalizar la formación en uno español le ha aportado «una riqueza bastante grande», afirma Edgar. «Entré al Seminario en Perú siendo bastante joven. Creo que al ser dos realidades tan distintas, España y Perú, también se complementan. En Chiclayo éramos muchos seminaristas y bastante jóvenes todos. En Asturias somos menos y con edades distintas. Yo he aprendido mucho de ambos, primero de la alegría y de la ilusión de gente joven queriendo dar la vida por el Señor y luego también la firmeza de personas a lo mejor con una edad un poco mayor que tienen también la misma ilusión y además una fe más madura».