Se trata de un magnífico retablo de madera de nogal y de castaño en el que se combinan escenas pintadas con esculturas de bulto redondo.
Fue inaugurado el 10 de agosto de 1945, coincidiendo con la festividad del santo, y es obra de varios autores: el retablo, la policromía y dorado son del taller compostelano de Manuel Cagide, al igual que las tallas del Calvario y San Lorenzo; las escenas del banco son obra del pintor madrileño Jesús Apellániz y en ellas se representan diferentes episodios de la vida de San Lorenzo: ordenación, distribuyendo limosna, en el tribunal y el martirio.
Las doce tablas del pintor gijonés Antonio Rodríguez San Pedro describen escenas de la vida de Cristo: Anunciación, Visitación, Natividad, Adoración de los Reyes Magos, Huida a Egipto, Jesús entre los doctores, Última Cena, Oración en el Huerto, Flagelación, Calvario, Descendimiento y Resurrección.
El lienzo central con la representación de Pentecostés es posterior, de los años sesenta, y es obra del artista gijonés Joaquín Rubio Camín.
San Lorenzo fue diácono en Roma donde sufrió martirio en el año 258, en época del emperador Valeriano. Fue martirizado quemado en una parrilla, el elemento que lo acompaña y lo identifica iconográficamente.
San Lorenzo, cuyo nombre significa “coronado de laurel”, es patrono de los diáconos, tesoreros y archiveros y su festividad se celebra el 10 de agosto, fecha de su martirio.
El retablo presentaba suciedad, desgastes y pérdidas puntuales de policromía, así como un ataque generalizado de carcoma por lo que fue restaurado por la parroquia en el año 2018.