El cepillo limosnero es una pequeña caja o cofre de madera destinado a recoger las limosnas, donativos o contribuciones realizadas por los fieles a la iglesia; está cerrado y dotado de una ranura y puede llevar una inscripción o iconografía relacionada con la finalidad de la ofrenda.
Esta pieza es un interesante testimonio de la cultura religiosa tradicional de finales del siglo XVIII y que actualmente se conserva actualmente en el Museo de la Iglesia.
El limosnero, de estética popular y producción local, consta de un cajón frontal con abertura para cerradura y ranura para las monedas. El respaldo está entallado en forma avenerada y apoya sobre la caja sobre dos pequeñas volutas. La policromía es la original, pobre y asentada sobre preparación de yeso.
La estética responde a modelos barrocos y la factura a técnicas populares como pone de manifiesto la torpe ejecución de los relieves y la frontalidad y expresividad de las figuras.
San Antonio de Padua (Lisboa, 1195 – Padua, 1231), aparece representado con hábito franciscano, con el Niño Jesús en el brazo izquierdo y la rama de lirio, símbolo de pureza, en la mano derecha.
Si bien la ciudad de origen del santo es Lisboa y su nombre Fernando Martim, será conocido por el nombre que adopta en 1220 al ingresar en la Orden de los Frailes Menores -religiosos fundados por Francisco de Asís-, Antonio, y por la ciudad donde fallece, Padua.
Fue un gran estudioso y erudito, predicador extraordinario y Doctor de la Iglesia.
En 1232, a los once meses de su fallecimiento, es proclamado santo por el Papa Gregorio IX, y su memoria se celebra el 13 de junio.