La cruz es un elemento fundamental en los ritos litúrgicos y está presente en el altar y en diversos lugares en los templos, representando el dogma central del cristianismo: el papel redentor del sacrificio de Cristo. Las cruces procesionales salen de las iglesias en las procesiones y son portadas por un diácono o acólito, detrás del turifario, quien porta el incensario.
La estructura de las cruces procesionales se compone de tres partes: el vástago, la macolla y la propia cruz:
La de Santa María la Real de la Corte es una cruz griega con terminaciones treboladas en los brazos que se ornamentan con placas rectangulares de esmaltes; cada hoja del trébol contiene una venera repujada y rematada con un pináculo. El medallón central, donde se suele representar a Cristo crucificado, es liso en este caso y no figura ninguna imagen. La macolla tiene forma de prisma hexagonal y cada una de las caras cara se adorna con una gran placa de esmaltes.
En cuanto a la procedencia y cronología, se presume un origen castellano para esta magnífica pieza de estilo purista manierista, datada en las primeras décadas del siglo XVII.
Esta interesante cruz procesional pertenece a la parroquia de Santa María la Real de la Corte, en Oviedo, y desde 1990 está en depósito en el Museo de la Iglesia donde se custodia y exhibe en la exposición permanente.