El pasado 8 de febrero se celebraba la Jornada Mundial de Oración contra la Trata. Era el día en el que la Iglesia recordaba la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, una mujer sudanesa que fue raptada de niña y vendida como esclava a finales del siglo XIX. Acabó sus días en Venecia, en Italia. Santa Josefina se convirtió al catolicismo e ingresó en la congregación de las hermanas Canossianas. En el año 2000, San Juan Pablo II la canonizó y el Papa Francisco se inspiró en ella y en su testimonio de vida para implantar esta Jornada de Oración en el año 2015.
Ya el pasado 8 de febrero, con motivo de la Jornada, avanzábamos la creación, en la diócesis, de un nuevo equipo pastoral Contra la Trata de personas, destinado a sensibilizar sobre la realidad de esta lacra que, con múltiples vertientes, asola nuestro mundo. Hablamos hoy con su responsable diocesana, Belén Sarmiento.
¿Cómo ha sido el desarrollo y la creación de este grupo en la diócesis?
Este equipo y en concreto la Pastoral de Trata surge derivada del impulso del Papa Francisco, que a lo largo de los años ha mostrado su sensibilidad por esta cuestión y ha sido el impulsor de la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas. Son muchos los textos y mucho el tiempo que ha dedicado Francisco a esta cuestión, lo cual ha favorecido incluso la redacción de unas Orientaciones Pastorales sobre trata, que son el fundamento del desarrollo posterior que se realiza, no sólo en Madrid, en la Conferencia Episcopal, sino también aquí en Asturias, en nuestra diócesis.
El equipo se enmarca dentro del Secretariado diocesano de Pastoral de Migraciones ¿Quién lo compone?
El equipo diocesano está todavía en fase de construcción, porque pensamos que lo más importante es tener sensibilidad por esta cuestión y de momento las personas que lo componemos, trabajamos o estamos cerca de víctimas y realizamos procesos de acompañamiento y de recuperación personal. Esa es la perspectiva. Todavía somos pocas, somos sólo tres, pero estamos en un proceso abierto y de invitación a nuevas personas con esta sensibilidad que quieran participar, y desde aquí lanzo la idea porque sería estupendo.
La realidad de la Trata es una realidad muy invisibilizada, no se ve. Tenemos a veces flashes a través de la prensa o de la televisión de casos concretos, pero sí es cierto que está muy oculto y es muy desconocido, por lo que tenemos que estar ahí un poco recuperando gente que quiera participar de esta cuestión.
¿Qué actividades tenéis pensado llevar a cabo a lo largo de las próximas fechas?
Nosotros elaboramos una programación diocesana anual y en esa programación, por supuesto, el día 8 de febrero que ya pasamos es una fecha importante en la que siempre solemos hacer una Vigilia de Oración, como hicimos este año y bueno, es un momento fuerte para nosotros y así sucede en todas las diócesis españolas.
Al mismo tiempo, este año tenemos la posibilidad grandísima de que con motivo del Jubileo 2025, como signo de esperanza Francisco ha querido plantear la trata como una realidad social que permita el compromiso, las aportaciones económicas etc. Entonces vamos a aprovechar un poco este año que nos viene dado así para acercarnos y sensibilizar a las comunidades parroquiales. Ese es básicamente el objetivo que tiene el equipo este año. Luego, muy probablemente, con motivo del Día Internacional contra la Trata y la Explotación Sexual, que es el 23 de septiembre, aprovecharemos para realizar más actividades, en concreto una exposición fotográfica y bueno, fundamentalmente cuestiones de sensibilización.
Comentabas antes que todo lo que tiene que ver con la Trata está silenciado, olvidado. Sin embargo, la Iglesia hace especial hincapié en la situación de estas mujeres. ¿Cómo dirías tú que estamos en España y en concreto en nuestra diócesis, en nuestra zona asturiana, ante esta realidad?
En el ámbito de nuestra diócesis, la presencia Adoratriz ya se remonta al año 1910, llegando en el 2000 a crear una iniciativa residencial para las mujeres víctimas de la Trata para explotación sexual o relacionadas con la prostitución. Más tarde, en el 2006, la Fundación de Solidaridad Amaranta, fue creada por las religiosas Adoratrices para cohesionar su acción social y desde entonces continúan desarrollando programas relacionados con la Trata de personas desde un enfoque hacia la mujer y los Derechos Humanos.
En realidad la Iglesia, en su universalidad, tiene muchas experiencias de este tipo de cercanía y de acompañamiento a la víctima que es lo importante. Yo creo en el acompañamiento y en la recuperación personal porque sí que es cierto que, por concretar, es una realidad en la que las mujeres llegan con muchos traumas, con mucha violencia física y psicológica y entonces, ahí el papel incondicional de acogida, de acompañamiento, es clave.
Luego, en el ámbito internacional, tenemos una realidad que a mí me parece preciosa que es la red Talitha Kum, que es una red formada por distintas congregaciones en todo el mundo, que favorece el acompañamiento desde la comunidad base. Además, por ejemplo, en España también tenemos muchísimas congregaciones que intervienen y trabajan en este tema y acompañan: tenemos las Oblatas, las Adoratrices, la Fundación Cruz Blanca, Cáritas, incluso San Vicente de Paúl y luego, tenemos incluso redes que trabajan en beneficio de las víctimas, por ejemplo hay una red que se llama Redes contra la Trata, donde estaría la CONFER (todas las congregaciones religiosas), está también la Conferencia Episcopal, está Justicia y Paz y está Caritas.
Por lo cual, está claro que hay mucho movimiento en favor de acompañar a las víctimas, de recuperar y de favorecer procesos de recuperación de derechos.
Es un trabajo ingente y, sin embargo, ni la realidad de la Trata, ni la realidad de ese trabajo de la Iglesia sale a la luz con frecuencia.
Completamente, sí. Y es una tarea muy anónima y muy diversificada. La Trata tiene muchos componentes. Siempre que se produzca abuso, engaño, coacción, abuso de superioridad, puede derivar en Trata con fines de Explotación Sexual; Trata con fines de Explotación Laboral; Mendicidad forzada etc. Las vertientes son múltiples. Y la Iglesia, lógicamente, en ese sentido, se diversifica. Hay entidades o congregaciones que trabajan en el ámbito de la explotación laboral, a lo mejor más con el hombre, otras que trabajan en favor de la mujer.
Además es un trabajo de siglos, esto no es algo reciente sino que, adaptándose a los tiempos, congregaciones como las Adoratrices tienen una importante historia desde su fundación. ¿Qué podemos hacer las personas de a pie, que sienten que esta realidad les queda muy lejos?
En las orientaciones pastorales del Papa Francisco, una de las cosas en las que hace hincapié es en el proceso de recuperación de la mujer o del hombre. Hay que subrayar el debilitamiento de la mujer o del hombre, la aniquilación de la dignidad personal que sufren y que es muy importante.
En este proceso de reincorporación, de volver a la sociedad, es muy importante llegar a tener esa sensibilidad por favorecer esos procesos de recuperación que en algunos casos puede pasar por la vivienda, por favorecer un tipo de empleo etc. Porque sí que es cierto que el grueso de las mujeres, en este caso voy a hablar de mujeres, que caen en la Trata de Explotación Sexual, muchas veces no son identificadas como tales y quedan al margen de la sociedad, formando parte de lo que Francisco tanto insiste: de la cultura del descarte, y van quedando al margen.
Yo creo que en el día a día hay personas que, por su profesión, tienen la capacidad de poder detectar víctimas de Trata, quizá porque se dediquen a cuestiones sociales, médicos, profesores etc. que tienen esa posibilidad al alcance y por supuesto desde ahí, intentar favorecer procesos de recuperación, facilitar que se reincorporen a la sociedad.