Ante el respaldo por parte del Pleno del Tribunal Constitucional de la ley de plazos que había introducido el entonces presidente del Gobierno D. José Luis Rodríguez Zapatero en el año 2010, a partir de ahora, en España abortar hasta la semana 14 se establece como un derecho de la mujer, así como hacerlo también hasta la semana 22 en el caso de que esté en riesgo la salud de la madre o haya anomalías en el feto. Los niños con Síndrome de Down, por su parte, pueden ser abortados hasta en los cinco meses y medio de gestación.
Hablamos con la doctora Patricia Rodríguez, del Servicio de Urgencias del Hospital de Cabueñes (Gijón)
A partir de ahora se puede abortar hasta la semana 14 de gestación. En términos médicos ¿qué significa?¿Cómo es un feto de 14 semanas?
Lo primero que me gustaría dejar claro es que en la anterior ley, la de1985, la ley de supuestos, en realidad se hablaba del aborto hasta la semana 12. ¿Por qué este cambio? En realidad a nivel de desarrollo embriológico no hay grandes diferencias entre una y otra. La elección de la 14 semana es más bien en función de la mujer. La técnica quirúrgica que hay que llevar a cabo es mucho menos agresiva cuando el feto mide y pesa poquito, como es en el caso del desarrollo de 12 o 14 semanas. Lo que están teniendo en cuenta es la mejoría de la mujer gestante –que también es importante–, sin tener en cuenta el desarrollo del feto.
Un feto de 12 semanas tiene sus órganos totalmente funcionales. Un feto de 14 semanas puede deglutir líquido amniótico; formar orina; tiene sus genitales externos formados y hay reflejos ya. Es decir, amén de todo el desarrollo posterior que va a tener, estamos ante una vida humana que va a tener que crecer, desarrollarse. Que a posteriori podrá tener o no malformaciones, claro que sí, pero es vida humana. De eso ya nadie tiene duda, ninguna entidad científica la tiene.
En cuanto a los Síndrome de Down, que pueden ser abortados hasta la semana 22, habría que decir que, en esta ley que habla de derechos, no está teniendo en cuenta los de un ser humano discapacitado, como puede ser un Síndrome de Down.
El aborto provocado está siempre rodeado de falta de información, o de eufemismos como el de la “interrupción voluntaria del embarazo”, por ejemplo. ¿A la mujer se le explica qué va a pasar? ¿Saben exactamente a lo que se enfrentan?
La información que se le proporciona no es más extensa que la información que se le da cuando a uno le van a realizar una prueba que pueda ser invasiva, como una colonoscopia, o una gastroscopia, es decir, una cirugía menor. La mujer que pide un aborto en Asturias es derivada a un centro concertado, bien en Oviedo, en Gijón o en Avilés, y con su tarjeta de la Seguridad Social y su DNI puede abortar dentro de las 14 semanas. Se le explica cuál es la técnica quirúrgica o los fármacos que se le van a administrar –la técnica que se lleva a cabo con más frecuencia es la de Karman, que consiste en ir dilatando el cuello uterino y luego aspirar ese feto–. Se le dan tres días para pensarlo, por supuesto hay un consentimiento informado por escrito, que puede ser similar al de cualquier otro procedimiento invasivo en la medicina habitual y sí que es verdad que, en el caso de que haya ciertas dudas, se le ofrece la posibilidad de acceder a un psicólogo o trabajador social.
Desconozco qué es lo que le pueden explicar tanto psicólogos como trabajadores sociales, pero sí que me consta que, en el ámbito de la atención primaria, algún compañero que conoce otros recursos como pueden ser las casas de acogida u otras ONG, en ocasiones nos derivan alguna mujer para mayor información.
Ante un aborto espontáneo, se empatiza con facilidad con el dolor de la madre que ha perdido a su hijo, en contraposición con uno provocado, donde parece que no hay hijo, sino un conjunto de células.
Sí, creo que es un síntoma, sin querer ser catastrofista, de la cultura que está ahora en la sociedad, donde somos sujetos de derechos y por tanto se entiende que, una mujer que ha perdido un hijo espontáneamente, “tiene derecho” entre comillas a sentir dolor porque se le han truncado sus sueños, sus proyectos de formar familia y eso supone un dolor para ella y para la sociedad.
Sin embargo, otra mujer con un embarazo no deseado, era precisamente este lo que truncaba sus proyectos. Por lo tanto, nadie empatiza con ese dolor, se supone que tiene que estar bien porque su problema ha terminado. Se habla muy poco del síndrome post aborto y se olvida que son los mismos dolores de dos madres que han perdido a dos hijos, nunca es un conjunto de células.
Como médico, tendréis presente la posibilidad de acogeros a la objeción de conciencia, ¿cómo está este tema?
El tema de conciencia no se habla entre nosotros. Hay un respeto tácito y es algo privado. En relación a la eutanasia, como médico de urgencias sí que me veo más implicada, y se puede hacer, como hice yo hace un tiempo, un registro en la gerencia, privado y confidencial, para no verte implicado y que nadie te pida llevar a cabo un proceso de eutanasia en un paciente.
En el aborto, el problema que existe y que la Asociación Española de Bioética está reclamando a esta nueva ley, es que en favor de unos derechos, de un populismo quizás, de que todos estos recursos estén al alcance del servicio público, sin un coste, en vez de escoger a unos profesionales que realmente pudieran prestarse a ello, se mete a otros profesionales en el compromiso de verse a lo mejor menospreciados por sus compañeros y que pueda tener incluso implicaciones en la carrera profesional a largo plazo.
Desde luego el tema de la conciencia hay que tenerlo en cuenta, es algo sagrado y es verdad que en favor del principio de autonomía de la bioética la mujer tiene derecho a que se le respete su deseo de abortar, pero se olvida totalmente el derecho y el principio de autonomía del nasciturus, del no nacido, ese queda obviado por completo, y quiere también truncarse el derecho de ejercer una autonomía, sobre todo de los que somos cristianos y católicos, a ser honestos, no solo con el código deontológico, en el que creo que se va a hacer alguna reforma a medio plazo, sino con la propia conciencia.
En Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II quedó bien claro. Se nos hace ver que la conciencia es la participación en la vida divina, y eso tiene que guiarnos hacia el amor a los demás. ¿Por qué, alguien desde fuera, o en el propio trabajo, nos va a obligar a estar sometidos a una ley que nos impida ser honestos con nuestra conciencia? Me parece algo muy grave.
Una de las quejas que más frecuentemente se escuchan en torno a esta ley es que se deja sola a la mujer embarazada con dificultades y no se le ofrecen más alternativas que el aborto. Por otro lado, la figura del padre no existe en todo este debate, o da la sensación de que no tiene derecho a decidir. Así la madre se encuentra sola en una decisión tan dura y angustiosa. La Iglesia responde a esta soledad con recursos muy variados como por ejemplo en Gijón, donde hay dos casas de acogida, tú colaboras especialmente con una de ellas, ¿cuál es tu papel?
Están la Casa de la Guía, de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña, y la Casa en el Natahoyo, de las Siervas de los Pobres. Desde su carisma, acogen a estas mujeres, en lo que entraría dentro de lo que la Conferencia Episcopal desde Spei Mater, llama Proyecto Ángel: acompañar a las mujeres que necesitan un recurso y acogida.
Yo colaboro más bien en el Proyecto Raquel, que está en la diócesis, y que trata de ayudar a mujeres que ya han abortado. Contribuyo en la formación espiritual de los voluntarios, en el acompañamiento, desde una pastoral de la misericordia de la que tanto habla el Papa. Nuestra misión es acompañar a mujeres muy heridas, que en algunos momentos no son capaces de saber por qué están ahí, y que muchas veces están en búsqueda.