Mons. Stepan Sus, Obispo auxiliar de Kiev, ha visitado estos días nuestra diócesis, ya que es el responsable de la Pastoral de Migraciones en su país. Debido a esta responsabilidad, viaja con toda la frecuencia que la situación actual se lo permite para visitar a las comunidades de ucranianos diseminadas por el mundo, principalmente Europa.
Aprovechando su estancia en Asturias, mantuvo un breve encuentro con los medios de comunicación de la región en la sede del Obispado, acompañado por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, con el sacerdote ucraniano Stepan Uhrys, que reside desde hace años en Asturias, como Vicario parroquial de la UP de San Antonio de Padua y San Melchor, en Oviedo, y que atiende también a la comunidad ucraniana en Asturias que celebra bajo el rito greco católico. En su comparecencia explicó cómo están viviendo el conflicto bélico que les enfrenta a Rusia desde hace más 460 días, una terrible situación que han de sobrellevar intentando al mismo tiempo hacer una vida normal: «este pasado mes de mayo, hubo bombardeos a diario. Comenzaban a la una de la mañana, había que bajar a los refugios para estar a salvo, y no cesaban hasta más tarde de las cinco. Toda la noche sin dormir, y a las seis y media había que estar en pie, porque hay que seguir trabajando», relataba, al tiempo que reconocía que ahora, a su vuelta a Kiev tras una estancia visitando comunidades ucranianas en el extranjero , «mi vida volverá a durar 24 horas, porque siempre tenemos presente que cada día que vivimos puede ser el último».
El Arzobispo de Oviedo presentó a Mons. Stepan Sus recordando que, a su nombramiento, se trataba del obispo más joven de la Iglesia Católica, con tan solo 38 años de edad. Antes de ingresar en el Seminario había sido militar, y fue capellán de la Academia durante un tiempo, dándose la coincidencia de que atendió a muchos de los comandantes que hoy están en el frente. «Cuando hablo con ellos –manifestó–, me dicen que la guerra es un momento donde tienes que tomar muchas decisiones. Pero también me dicen que quieren mantener su dignidad y su honor de seres humanos. Y yo me alegro de que luchen por mantener esa dignidad, y pienso que tuvieron una buena dirección espiritual mientras fueron alumnos de la Academia Militar».
Debido a este conflicto entre Ucrania y Rusia, 8 millones de personas salieron de Ucrania hacia el resto del mundo, huyendo de la guerra. «Mi tarea ahora –afirma Mons. Stepan– es estar en contacto con los obispos europeos y con las comunidades de refugiados, explicarles lo que les espera cuando regresen a Ucrania y animarles para que valoren lo bien que les han acogido en tantos países». En concreto, el Obispo auxiliar de Kiev señala su agradecimiento a la acogida de la población ucraniana que ha llegado a nuestro país, «no solo es la generosidad que han tenido y toda la ayuda que han recibido tanto del país como de Cáritas y otras ONG, sino también es el acompañamiento que se les ofrece, estar al lado de nuestra gente, eso es mucho más que dar algo material», señala.
Quiso también agradecer públicamente la labor del Papa Francisco «para que Ucrania consiga la paz». «No es fácil expresar con palabras todo el esfuerzo que hace el Papa por esta tarea y para resolver esta situación, donde entendemos que es importante escuchar las dos partes del conflicto», dijo, reconociendo que veían posible «el inicio de un diálogo», y la disponibilidad de Ucrania «para hablar con el cardenal Zuppi», enviado por la Santa Sede para hacer de intermediario. Recordó, además, el «enorme esfuerzo que está haciendo el Papa Francisco para que se devuelvan los 11.000 niños ucranianos que Rusia robó con violencia, donde se les ha cambiado el nombre y se les han dado documentos de identidad rusos. Esos niños no son huérfanos, tienen padres en Ucrania, y si son huérfanos, tienen familiares. Se está trabajando para identificar a estos niños y el Papa Francisco a través de sus canales diplomáticos está trabajando para resolver este problema», afirmó. También citó a los niños ucranianos heridos de guerra y atendidos por el hospital Bambino Gesú, «algunos de ellos con graves amputaciones debidas a los bombardeos».
El Obispo auxiliar de Kiev acusó tambien a la iglesia ortodoxa rusa de apoyar este conflicto de forma activa: «hasta los curas indicaban al ejército ruso los lugares que tenían que bombardear», denunció. «Por todo ello la sociedad ucraniana no acepta ahora esta iglesia. Sabemos desgraciadamente incluso que el propio patriarca ruso Cirilo de Moscú en sus homilías fomentaba la guerra contra Ucrania. Es increíble pensar que un representante de la iglesia bendice la guerra y no la paz».
Un conflicto que se prolonga en el tiempo, y del que el mundo comienza a cansarse. «Así lo notamos nosotros, y sabemos que Rusia está esperando a que nos cansemos, pero si Ucrania deja de luchar, no sabemos a dónde puede ser capaz de llegar Rusia. Mañana puede ser Polonia, u otro país de Europa. Podría cambiar todo el mapa de Europa». «Aunque el mundo se canse de nuestra guerra –dijo Mons. Sus–, nosotros no tenemos derecho a cansarnos». «Tenemos que trabajar mucho para que esta guerra llegue a su fin. Pero Rusia todavía no ha perdido, y nosotros todavía no hemos ganado».
Mons. Jesús Sanz concluyó el encuentro recordando que «la Iglesia colabora para la paz desde su labor diplomática en diferentes ámbitos, pensando muy especialmente en los niños, pero también en el terreno llevando a cabo una labor de acompañamiento y salvación en la medida de lo posible, pero más allá de eso, hay otra labor callada que es la que está haciendo sosteniendo la esperanza de un pueblo que está sometido desde hace mucho tiempo».