Matrimonios sin fe, ¿son válidos?

Publicado el 06/03/2020
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Matrimonios sin fe, ¿son válidos?

El Magisterio tradicional de la Iglesia siempre ha reconocido el matrimonio de bautizados sin fe

La Comisión Teológica Internacional acaba de publicar esta semana un documento, tras cinco años de trabajo, reflexión y análisis, en el que se profundiza sobre “La reciprocidad entre fe y sacramentos en la economía sacramental”. Parte de la base de que la reciprocidad entre la fe y los sacramentos está en crisis, y se propone contribuir a superar esta fractura allí donde se dé.

Para el Vicario Judicial de la diócesis, Andrés Fuentes Calero, el documento “aborda el problema de la relación entre la fe y los sacramentos desde un punto de vista general, y luego va analizando sacramento por sacramento. Y hace un análisis particularizado del sacramento del matrimonio, porque no deja de ser un caso singular en relación a los otros seis”. Y es que, tal y como explica Fuentes Calero, “el matrimonio es el único sacramento que parte de una realidad natural, previa a la institución de la Iglesia”. “De hecho –afirma– ya en el Génesis se habla del matrimonio, cuando aún no se ha hablado del pecado, de la caída, y no hay un plan de redención”. Este hecho, según el Vicario Judicial, de que sea el único sacramento que toma como punto de partida una realidad natural, “lo adorna de ciertas peculiaridades”.

Aunque lo normal sería que una persona bautizada tenga la fe que se le ha inculcado desde la infancia, lo cierto es que hay muchas personas bautizadas que no tienen esa fe, incluso aunque hayan hecho la Primera Comunión, “bien porque hayan sido bautizados de niños y, más adelante, no hayan realizado un acto de adhesión a la fe en su madurez, de manera voluntaria y consciente, o bien porque hayan decidido abandonar o renegar de la fe”. Ante un escenario que hoy podría llamarse habitual, sin embargo es frecuente que a pesar de ello, muchos bautizados, sin fe, se casen por la Iglesia. ¿Esos matrimonios son válidos?

Esa es una de las respuestas que se recogen en este documento, que hace un estudio histórico de este tema.

“La Iglesia siempre ha dicho que sí, que a las personas bautizadas, por el hecho de estarlo, les corresponde el matrimonio religioso, porque el bautismo incorpora, de una forma objetiva, al Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Y todos los que están en ese Cuerpo de Cristo tienen que casarse en el Señor, como decía San Pablo”, explica el Vicario Judicial diocesano.

Durante el Pontificado de Juan Pablo II esta cuestión de los casados sin fe, comenzó a ponerse de relieve, y se planteó en firme con motivo del Sínodo de la Familia del año 1980. “San Juan Pablo II ratificó el magisterio tradicional de la Iglesia en este tema, al reconocer que el bautizado sin fe debe acceder también al matrimonio canónico, eso sí, con tal de que tenga intención de vivirlo tal y como propone la Iglesia, constituyendo un matrimonio natural cuyas cualidades esenciales son la fidelidad y exclusividad, la indisolubilidad, y la apertura a la vida”.

Es decir, en el sacramento del matrimonio, la doctrina tradicional reconoce que no se necesita una fe explícita; basta con el hecho de estar bautizado y tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia, crear un matrimonio natural con las propiedades antes citadas.

Sin embargo, lo cierto es que hoy en día el planteamiento del matrimonio entendido según las personas no católicas o sin fe, cada vez se aleja más de esos tres supuestos de apertura a la vida, indisolubilidad y fidelidad.

Por eso Benedicto XVI volvió a tratar este tema, tal y como recoge el documento recientemente publicado, y se reafirmó en los mismos términos, recordando que, ante el sacramento del matrimonio de personas sin fe, “es suficiente con la fe de la Iglesia”, con tal de que haya esa rectitud de intenciones. “Benedicto XVI afirmó, eso sí, que en el contexto actual, la falta de fe produce vicios de nulidad en el matrimonio, porque la persona puede no tener la intención de hacer lo que dice la Iglesia”.

El Papa Francisco volvió a tratar este tema, recordando de nuevo la tradición de la Iglesia. “En definitiva –insiste el Vicario Judicial– este documento viene a ratificar de momento lo que siempre ha sido la doctrina tradicional en la relación entre fe y sacramento, insistiendo en que es muy fácil que un bautizado sin fe se acerque al sacramento del matrimonio sin albergar intención de tener un matrimonio natural”.

Esta realidad de hoy en día se palpa a diario en los despachos de la Vicaría Judicial diocesana. “Es evidente que cuando menor sea el grado de fe de una persona, mayores son las posibilidades de que, cuando contraiga matrimonio, no lo haga adhiriéndose a lo que es el matrimonio como institución natural, queriendo un matrimonio indisoluble, abierto a la vida y en fidelidad. Hay mucha gente que se casa con una doble vida, por ejemplo, o sin querer tener hijos, negándole este derecho a la otra parte”.

¿Qué soluciones propone la Iglesia?

“De siempre el Có-digo de Derecho canónico expresó la importancia de la confirmación para contraer matrimonio, pero en la praxis se venían permitiendo muchas veces matrimonios de personas sin confirmar”, explica el sacerdote. “Hoy en día esto ya no sucede tan frecuentemente”, reconoce. Además, la Conferencia Episcopal Española acaba de aprobar un proyecto de formación para el matrimonio, de varios años de duración, que tiene como objetivo “acometer toda esta problemática, creando una adecuada mentalidad para las personas que se van a casar”. Además, para cursarlo “no es necesario tener novio o fecha de boda”, porque incluso sería positivo iniciarlo cuanto antes, para todos aquellos jóvenes que tienen clara que su vocación es la vida matrimonial.