«La vocación: un zapato hecho a mi medida»

Publicado el 26/10/2018
Share on FacebookTweet about this on TwitterEmail this to someonePin on PinterestPrint this page
«La vocación: un zapato hecho a mi medida»

El obispo de San Sebastián, Mons. José Ignacio Munilla, impartió en el Seminario una charla sobre Pastoral Vocacional

“Comprometidos con la Pastoral Vocacional” era el título de la conferencia que impartió este lunes Mons. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián, en el Aula Magna del Seminario Metropolitano, dentro del programa de Formación Permanente para sacerdotes de la diócesis.
Tras su presentación por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, el Obispo de San Sebastián quiso comenzar recordando que “hablar de vocación es caer en la cuenta, en primer lugar, de que la iniciativa es siempre de Dios”, por lo que –dijo– “hay que confiar en el plan de amor que Dios tiene para nosotros”.
Por eso, recalcó que en el planteamiento de vocación que se hace a los jóvenes hay que transmitirles que un cristiano de hoy “no es un inventor”, sino “un descubridor”. Ambas palabras “no son sinónimos”, recalcó, “porque un inventor está desvelando algo que ha nacido de su imaginación, pero un descubridor desvela algo que ya existía previamente”. Y nosotros “descubrimos un designio pensado por Dios para nosotros desde la eternidad”. Y es que, según el Obispo de San Sebastián, “Dios no piensa en nosotros en genérico, sino de una manera personal e intrasferible”.
El prelado quiso recordar esta premisa en primer lugar, porque afirmó que este punto de partida del designio de Dios no es obvio en absoluto, y manifestó que con mucha frecuencia se hacen planteamientos personales que silencian a Dios, siendo así la vocación como una especie de búsqueda de autorrealización.
Para lograr conocer verdaderamente la vocación personal, o ayudar a hacerlo, Mons. José Ignacio Munilla recordó que “Dios no juega al escondite”, y “no es un misterio insondable”, sino que “se muestra y se revela de manera personal para quienes le buscan sinceramente”.
La vocación más frecuente para un cristiano suele ser el matrimonio: formar una familia, aunque el hecho de que una persona sea llamada a la vida consagrada no significa que no tenga atracciones naturales a otras personas, explicó Mons. Munilla. “Las diferentes vocaciones se perciben de manera distinta, pero eso no significa que una persona que ha sido llamada a la vida consagrada no se haya podido enamorar nunca”, recordó.
Para reconocer de una manera fiable una llamada, explicó el Obispo de San Sebastián, un buen método sería el ignaciano, o de la consolación: “cuando sientes una paz interior y una alegría que no tienen una explicación natural, y sientes que lo difícil puede ser fácil, entonces podemos encontrarnos ante una llamada de Dios”. El Obispo de San Sebastián explicó a los presentes cómo sintió él su vocación, siendo un joven de 16 años, y a partir de su ejemplo, manifestó que cada historia es particular y diferente, no hay dos llamadas vocacionales iguales, aunque sí que es cierto que hay algo en común para todas: “la iniciativa no es tuya. Alguien irrumpe en tu vida”.
Además, otro método necesario para asegurar la certeza de una vocación es “la autentificación por medio de la perseverancia”, porque “no sólo debe experimentarse algo en un momento concreto, sino que esto debe prolongarse en el tiempo”, por eso, el acompañante debe seguir “en la oración la evolución de esa posible llamada para distinguir su autenticidad”.
La vocación “es un zapato hecho a mi medida”, dijo “aunque no necesariamente a mi gusto”, pues “los gustos han de ser muchas veces purificados para que coincidan con la voluntad de Dios”. Para eso también recordó lo importante que era saber distinguir entre los sueños y el querer de Dios: “Tenemos que educarnos en nuestra conciencia, y saber que Dios tiene para nosotros un traje a medida, pero a veces, nosotros mismos tenemos que adelgazar. Él, en su infinita voluntad tiene el designio que verdaderamente nos puede hacer felices”.
El Obispo de San Sebastián planteó también que, a su parecer, “la crisis vocacional, la crisis del sacramento de la penitencia y la crisis de la dirección espiritual son tres elementos que están muy enlazados unos con otros”, y señaló así mismo que en el acompañamiento espiritual se busca la voluntad de Dios, y al mismo tiempo hay una mediación necesaria de la Iglesia en este discernimiento, por eso, “hasta que la Madre Iglesia no nos llama oficialmente, no podemos tener la certeza de esa vocación”. Después –dijo–, está claro: “Lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo”.
La conferencia se emitió on line a través del canal de YouTube del Arzobispado de Oviedo, donde es posible volver a reproducirla.