La arqueta que se colocará este domingo bajo el Altar Mayor de la Catedral es obra del taller valenciano Piró Orfebres y fue encargada por el Cabildo hace poco más de un año. Inspirada en el estilo románico y con referencias constantes a Asturias y a la propia Catedral, está realizada con un carácter sobrio y austero, tal y como lo solicitaron los propios canónigos. Cuenta con un apostolado inspirado en las figuras de la Cámara Santa y, en la parte frontal, la Cruz de los Ángeles. Para remarcar la iconografía se usó esmalte azul, en referencia a la ciudad de Oviedo y debido a su peso y a su ubicación bajo el altar se optó por realizar una puerta trasera para poder introducir así las reliquias. En dicha puerta trasera se colocó la figura del Salvador, titular de la Catedral. En los chaflanes del arca, se colocaron ramas de roble y en los laterales, figuras alegóricas de las virtudes.
Las figuras de los apóstoles fueron adaptadas al espacio disponible, pero declinadas siguiendo el estilo de las de la Cámara Santa. De hecho, se cincelaron unos arcos con doseles, a modo de hornacinas, tal y como describe el taller orfebre, «atendiendo a criterios estilísticos románicos». En la disposición de los apóstoles se optó por una distribución «jerarquizada»: San Pedro a la derecha de la cruz y San Juan a la izquierda, respetando su lugar en el calvario. Junto a San Pedro, San Pablo con la espada y a su lado, San Felipe. Junto a San Juan, Santiago y San Mateo con el Evangelio y el ángel a sus pies. En la parte trasera, el Salvador está enmarcado en una moldura circular que representa el orbe, con las aguas y la tierra. A su derecha, San Andrés identificado por su cruz en aspa, Santo Tomás y San Simón. A la izquierda del Salvador, San Bartolomé, Santiago el menor y San Judas Tadeo.
El arca tiene un armazón de hierro, que ofrece mayor rigidez y durabilidad que la madera, galvanizado y posteriormente pintado para combatir la posible oxidación. El interior es de chapa de latón lisa y para la guarda de las reliquias se realizaron unas cajas de madera de roble. La plata que recubre el arca está tratada de tal manera que, sin estar envejecida ni demasiado pulida o brillante, ofrezca un aspecto intermedio, contextualizándola en su entorno.