Este domingo la Iglesia celebra el “Domingo de la Palabra de Dios”, instituido por el Papa Francisco a través de una carta apostólica, dada a conocer el septiembre pasado, para que este III Domingo del Tiempo Ordinario estuviese dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Sagrada Escritura. “La Palabra de Dios es el centro de la vida de la Iglesia, pero a veces esto pasa un poco desapercibido y el Papa quiso subrayarlo, por iniciativa propia, para que hubiese un domingo dedicado especialmente a la escucha de la Palabra de Dios, ya que escuchando es como la fe enraíza en el corazón”, explica José Luis González, Delegado episcopal de Liturgia. “Esa escucha no ha calado todavía con mucha fuerza. Aunque el Concilio le dedicó una constitución y después sucesivos papas insistieron en ese punto, para que realmente la Palabra de Dios sea nuestro libro de cabecera y se haga realidad en nuestra vida lo que dice por ejemplo el salmo 118: lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. El ejemplo más claro tenemos en el Evangelio de San Lucas, María a los pies de Jesús escuchando la palabra que salía de su boca y guardándola en su corazón. María es un claro modelo de lo que debe ser la vida de la Iglesia y de cada cristiano”.
Un seguimiento que además de personal viene reforzado por las diferentes actividades que se realizan en muchas parroquias, como bien resalta el Papa en su carta apostólica, con el fin de acercar la Sagrada Escritura a los fieles y hacerla más accesible. Es el caso del grupo de Biblia que semanalmente se reúne en San Isidoro el Real de Oviedo y en el que participa Juan Llaca, feligrés de la parroquia.
Su motivación para comenzar a asistir a este grupo partió de una conclusión muy clara: “Muchas veces leía la Palabra de Dios, pero no la escuchaba bien, no lograba entender todo su sentido. Quizás porque mi formación fue en la época en la que aprendíamos el catecismo de carrerilla, pero ahí nos quedamos. Mi interés era asistir para poder entender, comprender, asimilar y vivir el Evangelio en mi vida”, relata y recuerda una anécdota personal que ilustra muy bien cómo el hecho de comprender mejor la palabra de Dios ayuda a poder vivir más plenamente la celebración de la misa, “siempre me acuerdo de mi abuela que ella iba a misa y la lectura o la homilía las aprovechaba para rezar el rosario. Entonces una forma de estar en misa y asimilarlo es entendiendo lo que oigo y eso se hace en esas lecturas y también en las homilías del sacerdote, pero sobre todo en esas lecturas pausadas y compartidas”.
La importancia de la homilía para acercarse a la palabra
Esa importancia de la homilía también ha sido destacada por el Papa como “la única oportunidad que muchos de nuestros fieles tienen para captar la belleza de la Palabra de Dios y verla relacionada con su vida cotidiana”.
En relación con el esencial papel del sacerdote el Delegado de Liturgia explica que “ya desde la tradición más antigua de la Iglesia hay un proceso para acercarse a la palabra de Dios teniendo presentes los diversos sentidos de la Sagrada Escritura: el literal, el mistagógico, es decir, el sentido espiritual que esa Palabra tiene para nosotros hoy; el sentido moral, la Palabra de Dios ilumina nuestra vida y abre caminos de futuro, que es el sentido anagógico ”, y añade, “a la hora de preparar el comentario de la Palabra de Dios por parte de los sacerdotes deberían estar siempre muy presentes. Así como por parte de los fieles ese método que es tradicional, la escucha orante de la Palabra de Dios: lectura, reflexión, oración y contemplación de lo que hemos guardado en el corazón”.
Fuente de novedad para no caer en la rutina
Un acercamiento a la Palabra de Dios con curiosidad y atención que siempre trae nuevos descubrimientos sin importar cuántas veces se haya leído la Sagrada Escritura o hablado sobre ella. “No se para de aprender cosas nuevas. Por ejemplo cuando se empieza a comentar sobre los distintos libros que la conforman, sí me acuerdo de haberlo estudiado, pero retomarlo es muy interesante. Es igual que una profesión que siempre tenemos que estar formándonos”, relata Juan.
En este sentido, la palabra de Dios como “fuente de novedad” es uno de sus aspectos más destacados como explica el Delegado de Liturgia: “No podemos acercarnos a ella como una realidad ya sabida, como dicen los niños pequeños “esto ya me lo sé”, no. La Palabra de Dios es fuente de novedad y una Palabra escuchada con novedad hace que nuestra vida sea novedosa y así se evita un aspecto muy importante que es caer en la rutina o llevar una vida rutinaria. La Palabra de Dios es fuente de novedad y una palabra escuchada con esa intención hace que nuestra vida sea novedosa y así se evita un aspecto muy importante que es caer en la rutina o llevar una vida rutinaria”.
Todo ello para poder cumplir el propósito que el Papa Francisco ha expresado en su carta apostólica para este Domingo de la Palabra de Dios que “nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”.