Con el lema “Iglesia, hogar que acoge” se celebrará este domingo el Día de la Iglesia Diocesana, en el que se nos invita a colaborar con nuestra diócesis aportando lo que tenemos: cualidades, tiempos o dinero.
“Celebramos una jornada especial en nuestra iglesia diocesana, que quiere precisamente recordarnos lo que significa la Iglesia como un hogar que acoge –ha escrito en una carta nuestro Arzobispo, Mons. Jesús Sanz–. No es un zulo para esconder nuestras vergüenzas y maldades; no es una mansión que usurpamos para quedarnos en ella como “okupas”, no es un lugar donde evadirnos de lo que somos, de aquellos con los que estamos y de hacer lo que hacemos, como si fuera una casa de nadie y un hogar que a nadie le importa. No, es un hogar entrañable donde la acogida se da por parte del mismo Dios y por parte de los hermanos que en esa casa nos descubrimos como auténticos hijos”. “Por este motivo –afirma– nuestra iglesia diocesana, quiere ser un hogar de la acogida en el sentido más bello y bondadoso de la expresión. Y esta es la razón por la que colaboramos unos y otros no solamente en la catequesis con la que formamos la fe de nuestros niños, jóvenes y adultos, ni tampoco únicamente en la expresión de esa fe a través de los sacramentos y la liturgia, sino también con la caridad que se hace gesto de solidaridad amorosa que sale al encuentro de los más necesitados. Estos son siempre los tres pilares sobre los que se edifica la comunidad cristiana: la liturgia y la oración, la catequesis y la formación, y la caridad y el compromiso con la justicia”.
“Me gusta decir –reconoce en su carta Mons. Jesús Sanz– que el Día de la Iglesia Diocesana es algo más que una colecta, aunque tenga en la colecta un cauce de expresión de nuestra comunidad hermanada. Sabernos miembros de una comunidad cristiana que celebra su fe, que la forma y la testimonia, y que pone nombre a las necesidades comunes que no duda en compartir. Porque además de las obras catequéticas y asistenciales, también las iglesias como tales, las ermitas, los centros parroquiales, son patrimonio de este pueblo de Dios que entre todos los que formamos parte de él debemos saber custodiarlo con gratitud y deseamos mantenerlo en pie. Qué bueno es que los hermanos vivan unidos en el hogar de Dios”.