“Hacia un nosotros cada vez más grande” es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebra este domingo, 26 de octubre. En nuestra diócesis, este año se ha organizado con un nuevo equipo en el Secretariado de Pastoral de Migraciones y Movilidad Humana, que hace unos meses recogía el testigo de la gran labor que, desde el año 2012, venía realizando la hermana Alicia Fernández, religiosa de María Inmaculada.
María Luisa García, Misionera Claretiana, es la nueva responsable de un equipo formado por tres sacerdotes de Oviedo, Gijón y Avilés, y cinco laicos. Una nueva encomienda de la que la hermana María Luisa afirma estar “muy contenta”, y para la que siente que “el Señor ha estado preparando mi vida para este tiempo de gracia en el servicio a las personas en movilidad, migrantes y emigrantes, que también hay mucha gente que se va de Asturias”.
La hermana María Luisa García es la cuarta persona que ostenta esta responsabilidad en el ámbito de las migraciones en la diócesis desde que, en el año 1958, el sacerdote Isidoro Rodríguez tomara las riendas. “Con la pandemia no nos hemos podido reunir mucho –reconoce la religiosa–, a finales del año 2020 pudimos elaborar una programación que supone el vislumbre de un plan trienal, y la presentamos al Consejo Episcopal y al Colegio Arciprestal el pasado mes de diciembre, con un resultado muy positivo. También hemos hecho formación con la Conferencia Episcopal, y poco a poco, vamos dando pasos”.
Una de las actividades que sí se han llevado a cabo por el momento es una encuesta a las parroquias asturianas, acerca de la situación y el papel que tienen en ellas las personas migrantes. De las respuestas recogidas, se observa que, mientras son numerosas las personas que acuden al culto y que envían a sus hijos a la catequesis, son pocos, en cambio, los que están activamente asumiendo algún tipo de responsabilidad. Una realidad que, para José del Riego, laico y miembro del equipo del Secretariado, denota que aún queda trabajo de “integración” y “facilitar que se sientan a gusto entre nosotros, porque los migrantes están aquí, es una realidad y forman parte de nuestro futuro”.
“Hacia un nosotros cada vez más grande” es el lema para la Jornada de este año, que para José del Riego le suscita el recuerdo de que “la acogida al emigrante o refugiado no es algo opcional para nuestra fe”. De hecho, “si vamos a Mateo, 25 –dice–, fui extranjero y me acogisteis, vemos que Jesús se identifica con el emigrante. Y si leemos a San Pablo, por ejemplo, podemos ver que dice En nuestras comunidades ya no hay judío ni griego, ni hombre ni mujer; sino que es la fe la que nos une, no la raza, el origen o la cultura”.
“En nuestra cultura asturiana precisamente –añade– el hecho migratorio forma parte de nuestras raíces: no hay asturiano que no tenga entre sus antepasados o familiares alguien que no haya emigrado o venido de fuera. Incluso nuestro himno, Asturias patria querida, es un canto de la emigración. No se concibe, por tanto, que en Asturias pueda no haber un sentimiento especial de acogida al migrante”.
Una de las parroquias que están trabajando de manera especial con las personas llegadas de otros países es la de Nuestra Señora de Fátima, en el barrio de La Calzada, de Gijón. Su párroco, Eduardo Zulaiba, forma parte del equipo del Secretariado de Migraciones, y señala que aunque es muy complicado tener una estadística actualizada de los migrantes que acuden a la parroquia, la última mostraba que tenían un 37% de venezolanos; 21% de colombianos; 6% de cubanos; 7% de brasileños; 5% de dominicanos; 4% de senegaleses; 4% de ecuatorianos, 3% de Mali, 2% de ucranianos, 0,6% rumanos, eso sí, con unas cifras en constante movimiento, en función de las oportunidades laborales que les vayan surgiendo.
“Tenemos un contacto más directo con los migrantes a través de Cáritas parroquial, y poco a poco nos fuimos dando cuenta de que no se conocían entre ellos, por lo que pensamos que podría ser una buena idea realizar unos encuentros, que llevamos a cabo los primeros sábados de mes –explica el párroco de Nuestra Señora de Fátima–. Como son latinos en su mayoría, se han denominado “Latinos amigos de Fátima”, aunque por supuesto está abierto a gente de cualquier nacionalidad”. “También –añade– les hemos pedido que aquellos que puedan, aporten su experiencia y conocimientos, porque vemos que tenemos personas con una grandísima formación: abogados, profesores, médicos, etc. y pueden ponerla al servicio de los demás. Y además hemos abierto un despacho los jueves, atendido por una asistente social y una voluntaria, también migrantes, para escucharles con más calma y abrirles más caminos. Todo esto ha logrado que tengan hoy una gran familiaridad, que esperemos que vaya creciendo a medida que la pandemia vaya desapareciendo”. En general, los problemas que se observan entre la población llegada de otros países a nuestra tierra radica principalmente en la dificultad para acceder a un trabajo, hasta que no consiguen el permiso de residencia. Esto también les impide conseguir una vivienda, y terminan abocados a trabajos ilegales y situaciones muy duras. “La gente no quiere vivir de la caridad –señala el sacerdote Eduardo Zulaiba–. Vienen buscando una vida digna”.