Este sábado, 25 de marzo, se celebra la Jornada por la Vida, en la solemnidad de la Anunciación del Señor. En esta ocasión, el lema es “Contigo por la vida siempre”, y desde la Delegación episcopal de Familia y Vida de la diócesis se apuesta por dar visibilidad a la propuesta cristiana, en un momento difícil en cuanto al valor y la dignidad de la vida humana. Los ejemplos son muy cercanos en el tiempo, en el terreno del aborto y más recientemente la eutanasia, tratados institucionalmente ya como un “Derecho humano”. Por ello se reclama que la Iglesia siga siendo “Voz de los Sin Voz”, “haciendo resonar el grito silencioso de tantas vidas humanas que claman desde el seno de sus madres, pidiendo justicia para que se respete su derecho a vivir y solicitando a las autoridades y asociaciones civiles a promover iniciativas que ayuden a la mujer a vivir su maternidad”, explican desde la Delegación episcopal de Familia y Vida en su carta para esta Jornada.
No se trata de meras palabras. La apuesta de la Iglesia por la vida, el apoyo del más desfavorecido y de la mujer en situación de vulnerabilidad es real y cotidiana, entretejida entre nuestra sociedad, puede que silenciada, pero efectiva.
Ahí están el Proyecto Raquel, que ofrece un proceso de acompañamiento y sanación a la mujer que ya ha abortado; la Asociación Mar (Madres Asturianas en Riesgo); Adevida; Red Madre Asturias; Asociación Nueve Lunas, o las dos casas de acogida para madres gestantes que hay en Gijón, la dirigida por las religiosas Siervas de los Pobres Hijas del Sagrado Corazón, en el barrio de El Natahoyo, recientemente inaugurada, y otra que ha cumplido ya diez años en La Guía, dirigida por las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña.
Esta última nació en el año 2012, en el solar donde antiguamente estas religiosas ya habían tenido una casa de acogida para niñas, el primer destino de la congregación en Gijón, a donde llegaron en el año 1947. Con los años, la casa se había quedado vacía, y cuando se replantearon restaurarla y volver a acoger niñas, el Arzobispo de Oviedo Mons. Jesús Sanz le planteó a la Madre General de la congregación la posibilidad de acoger a madres embarazadas en situación de vulnerabilidad, ya que Asturias es una de las provincias con mayor índice de abortos.
Una madre lo es desde la gestación”, pensaron las religiosas en aquel momento, y a pesar de que se trataba de una labor novedosa, no solo para la congregación sino para la ciudad, decidieron seguir adelante con aquel proyecto. Hoy, más de una década después, en la Casa de Acogida para Madres Gestantes Nuestra Señora de los Desamparados, 80 mujeres han podido dar a luz a sus hijos. Muchas acuden solas, embarazadas, otras tienen ya un bebé y llegan esperando otro. “Vienen en una situación de gran vulnerabilidad –reconoce la Superiora de la comunidad de la casa, Madre Gema del Rosario Gordillo–. No tienen dónde vivir, no tienen familia. También tenemos chicas que no quieren abortar y la familia o su pareja les da la espalda. Suelen llegar prácticamente sin nada. Nosotras tratamos de acogerlas, de darles lo mejor que podamos en la casa, y gracias a la ayuda de muchos voluntarios, lo conseguimos”.
La casa siempre está llena. Cuenta con plazas para ocho madres con sus bebés, y se hace difícil abrir el cupo para acoger a nuevas chicas, ya que la pandemia ha retrasado el proceso de que estas mujeres puedan ser autónomas y comenzar una nueva vida, de manera independiente. “Si son extranjeras, tienen muchos problemas para regularizar su situación, y actualmente el proceso es más lento que nunca”.
En la casa se trabaja para que cada mujer pueda ser independiente. Que tenga su piso, su trabajo, que pueda cuidar a su hijo y hacer una vida de familia de manera autónoma. Para ello las religiosas de la comunidad y los voluntarios cuidan a los bebés que ya han nacido para que las madres puedan trabajar y también formarse de cara a tener un trabajo que les proporcione estabilidad. Una estabilidad que logran conseguir con el tiempo, aunque nunca dejan de sentirse vinculadas a la casa, que llaman con cariño “La casa de la abuela”, acudiendo de visita y llevando a los niños cuando necesitan que se los cuiden porque tienen que trabajar y no tienen quién les ayude.
No cuentan con subvenciones ni ayudas de ninguna institución pública, a pesar de la labor que realizan, pero la sociedad se moviliza para que a la casa no le falte de nada. El Banco de Alimentos, Alimerka, fundaciones, farmacias, médicos, enfermeras, abogados, psicólogos, dentistas. Las personas se acercan a prestar su ayuda, muchos de ellos ya jubilados, y las religiosas reconocen que todo es bienvenido, ya que los gastos y las necesidades se multiplican.
“Ahora mismo estamos bien servidas de pañales, toallitas y artículos de bebé, pero necesitamos ayuda para pagar la luz, el gas o el agua, y también artículos de limpieza, detergente o papel higiénico”, explica madre Gema del Rosario.
Una iniciativa de tantas, impulsadas por la Iglesia, a favor de la vida. “Contigo por la vida, siempre”.