La Navidad es «una fiesta que pone ternura en nuestros duros momentos, que enciende luz en no pocas penumbras, que asoma horizontes posibles cuando sufrimos sin salida tremendos callejones. Una palabra que supera nuestros mutismos, y una alegría que da razones a nuestra algazara», afirma el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, en su felicitación de Navidad para este año. «Queremos saber los motivos de esta alegría nuevamente reestrenada. Ocurrió hace dos mil años. Pongámonos por un momento en el trance de aquel momento, porque no tiene tiempo, ni siquiera espacio, y cualquiera de otra época u otro lugar tiene en ese Belén de antaño su cita sin igual».
«Aquello tuvo lugar –explica– cuando un silencio todo lo envolvía y la noche estaba a la mitad de su carrera. Y aquí y ahora estamos nosotros, testigos dos mil años después. Y lo somos en medio de nuestros apagones, de nuestros fríos y nuestro estrés. No sólo vino Dios entonces, sino que viene ahora y después, para poner su luz que nadie puede apagar, su ternura cálida como la gracia, y su paz que llena de sosiego nuestra alma y nuestra agenda».