Una llamada a los laicos para colaborar con su parroquia
“Sin ti no hay presente, contigo hay futuro” es el lema del Día de la Iglesia Diocesana 2019, que se celebra este domingo en toda España. Una oportunidad para recordar la importancia de colaborar con las parroquias, y una llamada especial a los laicos para dedicar, no solo una aportación económica, sino también un poco de su tiempo a la iglesia más cercana: “Pon al servicio de los demás en tu parroquia no solo lo que tienes, también lo que sabes, lo que eres. En toda familia hay necesidades, y la parroquia es una gran familia de familias que siempre necesitará de tu ayuda”, recuerdan desde el portal XTantos (www.xtantos.es) de la Conferencia Episcopal Española, donde se puede encontrar, además, un amplio argumentario sobre cuestiones como el IBI, los bienes de la Iglesia, Cáritas o la sección de Transparencia, plagada de datos.
Desde la Archidiócesis de Oviedo, con 934 parroquias, miles de capillas y multitud de iniciativas evangelizadoras, sociales, pastorales y educativas, se pone también el acento, para esta campaña, en la participación de todos en el sostenimiento de la labor de la Iglesia.
Y es que, como recuerda el Ecónomo diocesano, Antonio Nistal, “todo el mundo sabe que la Iglesia no recibe subvenciones públicas ni oficiales, sino que la sostienen los fieles con sus aportaciones”. Estas aportaciones proceden, fundamentalmente y en su mayor volumen “del dinero que ingresa la Iglesia en las colectas de las parroquias, lo que se marca con la “x” en la Declaración de la Renta, y los donativos que, de manera espontánea, realizan las personas que valoran la actividad cultural, pastoral y asistencial que realiza la Iglesia”.
En este sentido, más del 78% de los ingresos que obtiene la diócesis de Oviedo procede de “las aportaciones generosas de los fieles”, recuerda el Administrador, y “sólo un 22% vienen de las actividades de alquileres de inmuebles que tiene la Iglesia, de las Casas de Ejercicios, capellanías, alguna venta de libros, etc.”
En el capítulo de gastos, por el contrario, “el dinero se lo lleva fundamentalmente la actividad asistencial, ya que más del 55% de los recursos que obtiene una parroquia se destina al sostenimiento de las actividades de Cáritas, las aportaciones a las colectas extraordinarias del Domund, misiones etc”.
Por otro lado, está el llamado “fondo común diocesano”, que principalmente se dirige a soste-ner a los sacerdotes: “Tenemos actualmente en Asturias 330 sacerdotes, más los religiosos que también colaboran en las parroquias –explica Antonio Nistal– y la mayor parte de ese presupuesto es para proporcionar un sustento digno a los sacerdotes, que les permita llevar una vida sobria, pero correcta. Las actividades pastorales suponen otra gran partida de gasto, así como la conservación de edificios y obras, que son necesarias para mantener los inmuebles, pues exigen constantemente inversiones”.
La economía débil de las parroquias rurales
La archidiócesis de Oviedo cuenta con realidades muy diversas en cuanto a las parroquias. Territorios urbanos como Gijón u Oviedo conviven con pequeñas aldeas apenas habitadas, y villas otrora pobladas que ven cómo sus vecinos disminuyen a pasos agigantados. Y todos con sus parroquias, capillas, tradiciones, fiestas y devociones. “En el mundo rural somos poca gente, y cada vez menos”, reconoce Amador Joaquín Galán, párroco de Colombres. “La mayoría, además –afirma– con una economía débil, o bastante débil”. En el día a día, esto se traduce, por ejemplo, en la falta de calefacción habitualmente en la iglesia, “porque no tenemos ingresos suficientes como para mantener una calefacción todos los días”. Sin embargo, a pesar de estas dificultades, “las familias tienen un sentimiento de pertenencia a la comunidad parroquial que hace que colaboren en la medida de sus posibilidades”.
En el ámbito urbano, las cosas no están mucho mejor. “Dentro de una misma ciudad hay situaciones muy diversas, y por lo tanto, parroquias muy diversas también”, destaca José Ángel Pravos, párroco de San Miguel de Pumarín, en Gijón. “La situación económica de muchas familias está muy deteriorada, y tal y como va derivando Asturias, no tiene aspecto de mejorar, lo cual implica, evidentemente, dificultades también para la parroquia” añade.
Un ejemplo cotidiano: obras en la parroquia
“Los párrocos son los primeros afectados ante la necesidad de hacer obras, que llevan tanto tiempo y recursos”, destaca el Ecónomo diocesano, Antonio Nistal. Del dinero que se aporta de todas las parroquias asturianas, en un Día de la Iglesia Diocesana como el de este domingo, se crea un fondo. “De él se asignan, mediante subvenciones, determinadas cantidades para las obras”, explica. Para estas aportaciones de la diócesis existe un baremo con un nivel de puntuación que procura privilegiar a las parroquias más pequeñas y con menos medios, aquellas que tienen un grado de protección histórico artístico y que por tanto necesitan ser conservadas, y también según el grado de necesidad de la propia reforma. “Este porcentaje que aporta la diócesis no siempre es tan elevado como sería de desear, ya que la diócesis es muy extensa”, reconoce el Ecónomo.
“Ya en época de don Gabino se creó un fondo de solidaridad entre todas las parroquias de la diócesis”, explica Galán, el párroco de Colombres. “Y este fondo sigue dando frutos a día de hoy, porque gracias a él hay parroquias rurales que pueden acometer una obra”. “En el mundo rural –afirma– cualquier obra, aunque parezca pequeña, para nosotros es grande, precisamente por la debilidad de nuestra economía. Pero creo que es importante distinguir entre la obra de un edificio que está catalogado, a otro que no lo está. Yo he tenido que hacer obras, a lo largo de mi vida como sacerdote, en edificios catalogados, y lo que hice fue crear un grupo interdisciplinar para que no fuera sólo la idea del cura la que hubiera que ejecutar. Así, conté con la ayuda de Patrimonio del Principado, Patrimonio de la Iglesia, Ayuntamiento, parroquia y técnicos. Todos tomábamos conciencia de que había un deterioro en el que había que intervenir, también la comunidad parroquial, cuya participación es fundamental. Ellos, a pesar de contar con pocos recursos, se volcaban. Y buscábamos múltiples formas para conseguir financiación: lotería de Navidad, rifas, conciertos”.
La comunión cristiana de bienes
Una práctica presente desde los primeros cristianos, la comunión de bienes, está presente en la diócesis. Es como una caja común donde cada parroquia aporta en función de sus ingresos, con el objetivo de colaborar con lo que tiene, y ponerlo al servicio de la comunidad.
“Está en el mismo ser Iglesia” –explica el párroco de Colombres–. “Mi municipio, que es pequeño
apenas 1.900 habitantes, por poner un ejemplo, este año ha contribuido con la diócesis a través de diversas colectas con 10.800 euros”.
Y es que, ante el Día de la Iglesia diocesana de este domingo, “hay que tener presente que somos parte de la diócesis, y por tanto de-bemos ayudar y colaborar con ella” –manifiesta Pravos, párroco de San Miguel de Pumarín–. Pero para ello es fundamental “la claridad, la información y la honestidad”.
Unos apoyos más que necesarios, no sólo para aportar donativos, sino en la propia tarea de administrar la parroquia. Y es que, tal y como asegura el Ecónomo diocesano, “En todas las parroquias debería haber una comisión económica que ayudara al párroco en estos aspectos y que se sintieran corresponsables de la buena marcha de la parroquia y de la diócesis. Por eso el lema de este año va dirigido a los laicos, pues el presente y el futuro de la Iglesia descansa sobre ellos”.