“Esta Navidad más cerca que nunca” es el lema de la campaña que Cáritas ha lanzado esta Navidad, y que tiene como objetivo animar a la donación económica, para que pueda seguir llevando a cabo su labor entre los más vulnerables.
La pandemia ha afectado a esta institución en su trabajo cotidiano, al igual que le ha pasado al resto del mundo. Pero para Cáritas concretamente la “cercanía” es su seña de identidad, pues su trabajo es “estar al lado de las personas”, tal y como señala su Secretaria General en la diócesis, Mari Luz Baeza. Algo que han tenido que cambiar, procurando seguir al lado de la gente, “pero de otra manera”, por eso, en esta campaña ponen el foco, además de la importancia de que las ayudas lleguen, también en la presencia de los voluntarios que, en la distancia siguen a su lado, preocupándose por ellos, pendientes de su situación, “algo que para las personas es muy importante”.
Al comienzo de la pandemia Cáritas puso en marcha la Campaña #CadaGestoCuenta, que “en aquel momento dio muy buen resultado”, explica su Secretaria General. Se hicieron nuevos socios, hubo donaciones puntuales, y diferentes empresas e instituciones se acercaron para preguntar en qué podían colaborar. “Fueron más de 113.000 euros los que se invirtieron en aquel momento de emergencia”, recuerda Mari Luz Baeza. Parte de esa cantidad se dedicó a comprar EPIS (equipos de protección individual) tanto para los trabajadores y voluntarios que seguían en activo, como para las personas que viven en los centros de acogida. “También se hizo una inversión grande en ayudas económicas directas a las personas –recuerda Mari Luz–, porque sucedió lo que ya todos sabemos: la economía sumergida dejó de repente de funcionar, y nos encontramos a muchas personas que, de un día para otro, se quedaron sin ningún tipo de ingreso. E incluso, a personas y familias que, teniendo derecho a algún tipo de prestación, estas ayudas tardaron en llegar. Y todas estas personas, se dirigieron a Cáritas”.
En Asturias hace tiempo que las ayudas a las familias se ofrecen de manera económica directamente, y no en especie, principalmente con alimentos. Además, “No se trata de ir sólo a la emergencia –explica Mari Luz Baeza– como puede ser la necesidad de pagar el alquiler, la factura de la luz o la reparación de un electrodoméstico, sino que intentamos ir a las causas. Si una persona tiene necesidades económicas porque no tiene empleo, habrá que trabajar para que pueda tener una formación, y así pueda mejorar su situación. Y no sólo con él, sino también con las instituciones y de la legislación, intentando que los derechos de las personas no solamente estén reflejadas en papel, sino que se puedan ejercer y se puedan cumplir”.
Esta forma de actuar, según Cáritas, redunda en la necesidad que tienen las familias de “normalizar” su situación lo más posible. Y es que “si yo me viese en una situación de necesidad, ¿querría que me diesen una caja con alimentos, o cien euros para que yo me pudiese comprar lo que realmente mi familia necesita?” reflexiona la Secretaria General de Cáritas en la diócesis, revelando que muchas veces las ayudas que les ofrecen a las familias con las que trabajan, no se invierten en alimentación, sino en el pago de recibos, de desplazamientos, o en el alquiler, por ejemplo.
Uno de los descubrimientos que hicieron al comienzo de la pandemia, fue la necesidad que había de ayudas en ámbitos informáticos. “Cuando de repente nos encerraron en nuestras casas –explica Mari Luz– nos dimos cuenta de que para continuar con el trabajo que hacíamos con personas y familias, necesitábamos buscar nuevas maneras para poder hacerlo, en la distancia”. Al poco tiempo, advirtieron también que no sólo eran importante los medios telemáticos para tratar con las familias, sino que estas necesitaban herramientas informáticas para continuar con la búsqueda de empleo, la formación y los niños para los colegios. Por todo esto, las empresas e instituciones que se pusieron en contacto con Cáritas buscando poder ayudar, ofrecieron dinero que se invirtió en equipos informáticos, los cuales se prestaron temporalmente a las familias para su utilización. Gracias a ello, durante el confinamiento no se paralizó el programa de empleo, en la parte formativa, y se pudo seguir trabajando con muchos usuarios a través de estos medios. También el programa de infancia y familia estuvo activo manteniendo el contacto con los niños, pero también con los padres, pues las necesidades de las personas van mucho más allá de lo económico, y es necesario un acompañamiento y contacto estrecho. De esta experiencia novedosa, en Cáritas se llegó a la conclusión, como explica Mari Luz Baeza, de que “esto es ya el futuro”, porque “a raíz de vernos todos confinados en nuestras casas, hemos hecho aún más visible la brecha digital que existe. No es que la gente no tenga ordenadores en sus casas, es que no tienen conocimientos para manejarlos, por lo que nos hemos visto también en la necesidad de trabajar en este sentido, desde enseñarles cómo usar un ordenador, conectarse a una red wifi, etc. Cosas que, para nosotros son normales, pero para muchas personas es algo que nunca habían podido hacer”.
El reto de los socios y los voluntarios
La pérdida de ingresos que ha sufrido Cáritas con la disminución de las colectas en las iglesias, se ha visto compensado en estos meses con las ayudas que han llegado de forma extraordinaria.
Actualmente, 1.065 personas son socias de Cáritas, es decir, que tienen un compromiso periódico que ellas mismas establecen para la colaboración económica, y 1.242 son donantes o colaboradores de manera puntual. Para Cáritas todos son fundamentales, pero sí reconocen que las cantidades que aportan los socios les ayudan a estimar cuál es la cantidad económica con la que cuentan y así pueden organizar su trabajo anual en función del dinero del que disponen.
En cuanto a los voluntarios, han sido bastantes los que han tenido que renunciar a su labor, dado que muchos se encontraban en grupos de riesgo por edad. “No tendremos una fotografía clara de en qué situación nos vamos a quedar respecto a los voluntarios hasta que no pase todo y podamos de nuevo volver a las actividades presenciales, pero sabemos que habrá bastantes que se han quedado en el camino”, reconoce Mari Luz Baeza. Por eso “al igual que durante la pandemia hemos apelado a la colaboración económica, también lo hacemos a que la gente se anime a ser voluntaria, quizá hay personas que pertenecen a otras franjas de edad y que nunca se habían planteado ser voluntarios, pues ahora tienen una posibilidad, porque Cáritas necesita personas para poder seguir haciendo nuestra labor y estar cerca de las personas que nos necesitan”.