«All Hallows’ Eve», Noche de Todos los Santos, ese es el significado original de la palabra Halloween, que se celebra estos días. Con un origen cristiano y un devenir, claramente, que se ha tornado en todo lo contrario. Así lo subraya el Delegado Episcopal para las Causas de los Santos, el sacerdote Marcos Argüelles, y recuerda que los cristianos celebramos «Todos los Santos» y los «Fieles Difuntos», y la Iglesia nos invita a mirar «lo que nos espera más allá, la muerte y también a los que ya nos han dejado, pero de forma esperanzada», explica el sacerdote Marcos Argüelles, Delegado Episcopal para las Causas de los Santos. «Porque si Cristo ha dado la vida por nosotros y con su muerte y resurrección ha abierto las puertas del cielo, la vida eterna, hemos de enfrentarnos a este hecho, a la muerte, con esperanza», afirma.
«El 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, es día de precepto», recuerda. «La Iglesia nos pide que vayamos a misa para celebrar a todos aquellas personas, hombres y mujeres, que ya están disfrutando del cielo, que ya están en la presencia de Dios. A todos ellos los celebramos, los reconocemos como intercesores y también como ejemplo para que nosotros también ansiemos ese cielo, ansiemos vivir en santidad». Porque «la vocación a la santidad es universal para todos –dice– y tanto aquellos santos que están en el cielo, y que conocemos su nombre, como aquellos que no conocemos y la Iglesia no ha hecho oficial que están allí, nos sirven como estímulo, imitándolos, no plagiándolos, nos ofrecen ese testimonio para que nosotros, en nuestro tiempo, también podamos alcanzar esa santidad, que es regalo y gracia de Dios».
Además el día 2, conmemoración de los Fieles Difuntos, «se nos invita a rezar por los difuntos», recuerda el Delegado episcopal para las Causas de los Santos. «Por aquellos que necesitan todavía de nuestras oraciones para poder llegar al cielo. Dice la Sagrada Escritura que es algo bueno y piadoso rezar por los difuntos. Por ellos rezamos estos días y por ello también visitamos los cementerios, porque de alguna manera esas ofrendas de flores quieren también ser expresión de nuestra oración por ellos».
Coinciden estas fechas también con el comienzo del Triduo de Oración por los Seminaristas Mártires de Oviedo, cuya fiesta se celebra el 6 de noviembre, junto con la memoria de más de 2.000 mártires de la persecución religiosa en el siglo XX en España. Este domingo, 3 de noviembre, se celebrará una Vigilia de Oración a las 20 h en la Capilla Mayor del Seminario, y a partir del lunes comenzará el Triduo de Oración, también a las 20 h. «Fueron nueve jóvenes que se estaban formando en el Seminario de nuestra diócesis para ser sacerdotes y que, en la persecución religiosa del siglo XX en España, dieron testimonio de su amor a Cristo y de su amor a la Iglesia, permaneciendo fieles en aquello a lo que Dios les había llamado. Ellos conocieron a Cristo, conocieron su amor por ellos y por todo el mundo y quisieron entregar sus vidas para ser sacerdotes –afirma Marcos Argüelles–, al final acabaron encontrando la muerte y dando ese testimonio de amor hasta el final». Un testimonio que no cayó nunca en saco roto, y que ha sido semilla de vocaciones en la diócesis. También hoy su recuerdo nos invita «a rezar por las vocaciones y por los seminaristas que ahora se están formando, para que sean también fieles en esa vocación y en esa llamada que han recibido», destaca el Delegado.
Este mes de noviembre coincidirá también con el Vigésimo quinto aniversario de la canonización de los Mártires de Turón, una fecha muy singular que celebrarán en la parroquia de San Martín de Turón entre los días 20 y 23 de noviembre. «No eran asturianos, pero dieron su vida en nuestra diócesis», destaca Marcos Argüelles. Y es que, si bien hay más de 2.000 mártires beatificados, hay muy pocos que hayan llegado a ser canonizados, y «ellos fueron los primeros», afirma. Una vida entregada a la educación cristiana, que «nos anima a ser constantes en la fe y nos anima también al perdón, como decía San Francisco, que donde haya odio ponga yo amor».