El programa diocesano «El Espejo», de Cope Asturias, se ha trasladado esta Navidad hasta el albergue Cano Mata Vigil de Oviedo para hacer, desde allí, este espacio de radio que cada viernes llega a sus hogares, realizado por la Delegación de Medios de Comunicación de la diócesis. El objetivo era acercar a los oyentes la realidad de las personas sin hogar y la labor que se lleva a cabo en este albergue municipal gestionado por Cáritas. La radio permite la posibilidad de que las personas puedan, en cualquier momento y sin necesidad de estar atentos a una pantalla, participar de la historia y poder «ver» con los ojos de la imaginación, todo lo que se está describiendo.
Por eso, los primeros diez minutos del programa consistieron en un recorrido por las instalaciones, acompañados por la trabajadora Patricia Balaña. Con ella supimos que el Albergue aloja a alrededor de 65 personas mientras que otras 40 personas que acuden hasta allí son externas. En la portería, otra trabajadora, Paula, explicaba que «el perfil de los usuarios es muy cambiante. Antes trabajábamos con personas conocidas, que iban de albergue en albergue, pero la realidad actual es muy diferente. Nos preocupa que las personas que vienen sea cada vez más jóvenes y que también haya cada vez más mujeres. También es preocupante –reconoce– que hay muchas personas que vienen y tienen un trabajo, especialmente en el ámbito de la hostelería y la construcción». Finalmente, aludía al «gran problema» en el ámbito de las personas sin hogar, como es el de la «salud mental», algo «muy complicado de abordar, porque no somos personal sanitario sino trabajadores sociales». La solución a todas las dificultades que se les presentan suele ir por el lado «del vínculo, el cariño y el humor», para «trabajar con estas personas».
La cocina, que ofrece desayunos, comidas, meriendas y cenas los siete días de la semana; las diferentes zonas de encuentro para los usuarios donde además pueden, especialmente los externos, dar cobertura a necesidades básicas: ducha, lavado de ropa etc. y hasta una sala multifunción, con televisión, donde se llevan a cabo talleres de español, de habilidades sociales, de estimulación cognitiva y hasta manualidades, como podemos comprobar, ya que un grupo numeroso está, alrededor de una mesa, trabajando en lo que parecen adornos navideños. «Queremos que esto sea algo más que un taller ocupacional, sino un espacio seguro de confianza, de respeto», explica Mónica, voluntaria, que nos cuenta que están haciendo unos detalles para regalar a los voluntarios esta Navidad. «Aquí el día suele ser muy frenético –dice–, y no tenemos muchas ocasiones de serenarnos y trabajar con paz, así que estos ratos nos lo proporcionan».
Subiendo las escaleras entramos en la zona de comunidad, donde se encuentran viviendo las personas que llaman de «media estancia», personas que, tras una valoración, se decide que pueden permanecer un tiempo algo más prolongado –meses–, trabajar con ellos de cara a su posible integración.
Allí nos situamos en una sala. Vamos a comenzar la segunda parte del programa: una mesa redonda en la que participan el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz; la responsable de los proyectos Sin Hogar de Cáritas, Zoraida Sienra; un voluntario, Pablo y un usuario del Albergue, Fran.
No era la primera vez que el Arzobispo de Oviedo visitaba el albergue, por lo que no le sorprendió recorrer las instalaciones. Sí quiso recordar en su intervención que, precisamente en estos días de Navidad, «me suscita un recuerdo», «cuando Jesús –dijo– al final del Evangelio de San Mateo, dice Tuve hambre, tuve sed, estuve sin casa y fui caminante por los caminos de Dios. En estas fechas recordamos que hubo una familia que estaba esperando un bebé, nada menos que el Niño Dios, y tampoco tenían casa. No encontraron posada y el rechazo de la sociedad se viene repitiendo en tantos escenarios de la historia de los hombres y también aquí, en nuestro Oviedo. Aquí encuentran un hogar, un lugar donde dormir y ese abrazo, esa puerta abierta y ese calor de hogar que, en nombre de Cáritas y de la experiencia cristiana, les estamos ofreciendo. Prescindir de un lugar como este –dijo– sería quedarnos con una visión cristiana reducida a pura liturgia, que es fundamental, pero nos faltaría la dimensión de la caridad».
Zoraida explicó la historia del albergue, remontándose hasta el año 1913 cuando un vecino de Oviedo, abogado y periodista, Víctor Julio Cano y Mata Vigil, dejó su legado, toda su fortuna, al fallecer, a la Junta Provincial de Beneficiencia, con la intención de que sirviera para ofrecer protección a la indigencia. En 1926, en un terreno cedido a la Iglesia, se construyó un asilo para atender a las personas sin hogar. Durante 30 años se hicieron cargo las Hijas de la Caridad y en el año 2009 se delegó en el equipo que hasta ese momento trabajaba en Cáritas con las personas sin hogar, dando continuidad a la obra de la institución religiosa.
«Las necesidades hoy son abrumadoras» reconoce Zoraida Sienra. «Los perfiles que acuden al albergue son muy variopintos y es muy complicado llevar a cabo el trabajo tal y como Cáritas lo hace, que es planteando a la persona como centro de la intervención, adaptando los proyectos a sus necesidades. Con tanta variedad, es muy difícil adaptarnos a todas ellas, adecuarnos a sus necesidades y garantizar que a todos se les da las mismas oportunidades», explica.
Pablo, voluntario en la portería del albergue, explicó que vive su cometido con una gran «responsabilidad», ya que le da la bienvenida a todas las personas que llegan hasta él. «Intento dar un trato amable y digno, además de unas nociones básicas de lo que es el lugar». Está convencido de que su labor es «ínfima» pero reconoce ver a «gente asustada», siendo la primera vez que usa los servicios del albergue, y procura dar el calor necesario para que las personas se encuentren a gusto.
El último en participar es Fran. Él procede de Nicaragua y ha estado viviendo en la calle, en cajeros automáticos y otros lugares, hasta que dio con el albergue. Afirma que se siente «increíblemente bien» al poder estar caliente y dormir seguro «después de haber dormido en parques y lugares por el estilo». «Valoro mucho esto y es muy bonito saber que hay alguien que te ayuda a vivir una nueva vida y una nueva realidad cuando has venido a otro país y todo es diferente a lo que tú conocías», dice. Relató en la radio diferentes experiencias que tuvo, al conocer tanto la maldad como la bondad humana en la calle». Ahora su meta «es poder tener la residencia para poder continuar estudiando y trabajando y aportar al país que le ha acogido con tanta generosidad». «Quiero hacer las cosas bien, quiero aportar y también ayudar a las personas que han estado como he estado yo, porque a mí me ayudaron y yo quiero ayudar también».
«Sin hogar pero con sueños» es el lema de la Campaña de las Personas Sin Hogar de este 2025 y con esa sola frase se resume mucho de lo que llevan dentro las personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse. Una situación terrible en cualquier momento del año pero que, en Navidad, el momento más familiar, se siente especialmente cruel. «En estos días se iluminan las calles, pero hay personas que están muy apagadas», quiso concluir Mons. Jesús Sanz. «Está en nosotros el llevarles la luz de Jesús, la luz de la Navidad, para que puedan ver el camino y los horizontes de esperanza. Porque hay muchas intemperies, no solamente estas, algunas pasan simplemente por el alma, por tu conciencia y corazón, a las que también tenemos que responder. Es una buena noticia que aquí, en el albergue Cano Mata, se cumpla el Evangelio de esta manera tan hermosa».