“Como no se pudo hacer la bendición de Ramos encargué unas cruces de pan pequeñas en la panadería y les puse tres hojas de laurel, las bendije y las repartí entre la gente que me las fue pidiendo, unas 330 al final”, este fue el gesto que se le ocurrió a Alejandro Fuentevilla, párroco de la zona de Navelgas, para, de algún modo, poder vivir junto a sus feligreses esa celebración. Ese detalle fue muy bien acogido y el punto de partida de una iniciativa solidaria. En agradecimiento todos querían dar algún donativo, “yo les decía que no hacía falta, pero insistían así que se me ocurrió que encargasen una rosquilla de Pascua (una trenza de pan dulce que según en qué zona de Asturias se llama de una u otra manera) y las donásemos a las residencias de ancianos, ya que este año no se podía cumplir con la tradición de visitarlos y comerla allí con ellos”.
La idea tuvo la mejor de las acogidas y aunque en inicio se iban a entregar a Luarca y Tineo que donde este sacerdote tiene feligreses, la buena disposición de la gente hizo que se ampliasen las residencias para lograr entregarlas en Luarca, Querúas, Otur, Boal y Arancedo; “en todas ellas agradecieron muchísimo que les llegaran y poder compartirlas con los ancianos”. En total unas 450 rosquillas, cada una para unas diez personas, que se encargaron a la panadería de Navelgas para poder cumplir con todas las normas de seguridad, “allí la elaboran, la envasan en plástico y ya no se manipulan, y por otro lado ayudamos también a un negocio, que todos los años tenía muchos encargos, a mantenerse”.
La amplísima participación de los feligreses hizo posible que este dulce Pascua llegase además a los hospitales, para principalmente el personal sanitario, de Jarrio y Cangas de Narcea (una veintena para cada uno), y el Hospital Central de Asturias, más de cien, que también cuenta con feligreses de la zona trabajando en él. Incluso los militares de Cabo Noval pudieron desayunar en Pascua con las rosquillas que los feligreses de la zona de Navelgas generosamente donaron.