Este sábado, 30 de agosto, daba comienzo en el Santuario de Covadonga la Novena a la Santina, este año con el lema «María, Reina de la Esperanza», en alusión al Jubileo «Peregrinos de la Esperanza» de este 2025.
Precisamente con el título «Madre de la Esperanza» inauguraba el novenario el Obispo emérito de Santander, Mons. Manuel Sánchez Monge, quien recordaba en su homilía que «esperanza y miedo son opuestos», y es que esperar «no es solo creer en Dios, sino creer y estar ciertos de que nos ama y desea nuestro bien. Y por esto es una gran gracia cristiana».
«Pero la fe sin esperanza no basta para llevarnos a Cristo»; dijo, porque «los diablos creen y tiemblan. Creen, pero no van a Cristo porque no esperan, sino que desesperan», manifestó citando a san John Henry Newman. «¿Por qué, tenemos que preguntarnos hoy, abundan tanto los miedos entre nosotros?», dijo, «¿Por qué tantas veces nos sentimos defraudados? ¿A quién acudir en busca de la esperanza, sino a María, Madre de la esperanza? Ella es nuestro modelo de fe y esperanza y su ejemplo nos inspira a vivir con confianza en Dios y en su plan divino de salvación».
«La esperanza atraviesa el espesor de las tinieblas y llega a penetrar en las moradas eternas. Hacia allí peregrinamos, superando el cansancio, el fracaso, el pecado e incluso la muerte. María es, para nosotros, Madre de la Esperanza. Con su sí, abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo. Ella se convirtió en el Arca viviente de la Alianza en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros. Plantó su tienda entre nosotros y fue, es y será por los siglos la esperanza que salva y no defrauda para toda la humanidad. No solo para nosotros, los creyentes, sino para todos los pueblos de la tierra», explicó el Obispo emérito de Santander. Y reiteró: «¿Por qué es María Madre de esperanza?», «Porque fue humilde esclava del Señor –subrayó–, porque vivió en contacto íntimo y permanente con la Palabra de Dios, porque se fió de Dios y con su sí en la Anunciación, en sus entrañas purísimas se encarnó el Dios de la vida y de la esperanza. María es vida, dulzura y esperanza nuestra como proclamamos en la Salve».
El acompañamiento musical en esta Novena corre a cargo un grupo de cantantes profesionales reunidos expresamente para dar voz a la liturgia en estos días santos. Esta formación está integrada por las sopranos Ana Peinado y Vilma Ramírez; las mezzosopranos Bárbara Fuentes y Sandra Bravo; los tenores Carlos Esteban, Guillermo Ares y Juan Manuel Suárez; así como los bajos Francisco Sierra y Andrés Filipe. Al órgano, como es tradicional, interviene Fernando Álvarez, organista titular de la Basílica de Covadonga y la dirección musical de todo el conjunto corre a cargo de Sergio Vázquez.