El próximo miércoles, 10 de diciembre, se celebra la festividad de Santa Eulalia, patrona de la diócesis y de la ciudad de Oviedo. Como es tradicional, se celebrará la eucaristía en la Catedral esa misma mañana a las 11 h y como ya sucediera el año pasado, será la Policía Local de Oviedo la encargada de portar la urna con las reliquias de la niña mártir en la procesión de entrada, ya que también es la patrona de esta institución. Una celebración a la que tradicionalmente también acude la Corporación Municipal, un detalle que, desde la Catedral, reconocen y agradecen «porque recuerda y pone de relieve lo que Santa Eulalia supone para la ciudad», explica el canónigo de la Catedral y Delegado episcopal de Liturgia, José Luis González.

Santa Eulalia regando los campos, en la puerta principal de la Catedral
Santa Eulalia de Mérida era una niña de 12 años que vivió en los siglos IIII y IV, durante la época del emperador Diocleciano, en la que se perseguía a los cristianos y existía la obligación de rendir culto a los dioses romanos. Su valiente denuncia y rotunda negativa a adorar a otros dioses que no fueran el único Dios, el Dios de los cristianos, le valió un atroz martirio. «El testimonio de su vida y su fe impactó en la primera cristiandad y fue muy celebrada en toda la península ibérica», explica José Luis González. «Con la invasión musulmana –afirma– sus restos llegaron hasta Asturias, donde el rey Aurelio junto con su esposa Adosinda le dieron cobijo en Pravia, donde entonces estaba la corte. Alfonso II, a quien Oviedo se lo debe todo y en primer lugar, la Catedral, la trajo a la ciudad. Primero estuvo en la cripta de Santa Leocadia y más tarde se le acabó construyendo una capilla en su honor a la entrada de la Catedral, donde se encuentra la arqueta que guardan sus restos».
La devoción a Santa Eulalia en Oviedo y en toda Asturias ha sido siempre muy grande. Son un total de 62 lugares de culto, entre iglesias parroquiales y capillas, las que existen en la diócesis dedicadas a Santa Eulalia. «El pueblo se sentía protegido y acompañado por esta niña –recalca José Luis González–. Incluso en las puertas principales de la Catedral se la puede ver regando el maíz de los campos». Tanta fue la devoción que tanto el pueblo como las autoridades pidieron que se la declarase protectora y patrona y así sucedió, en el siglo XVII gracias al Papa Urbano VIII. «Desde entonces se ha celebrado su fiesta en la diócesis con gran entusiasmo y hasta con concursos literarios que se conservan en el Archivo de la Catedral», recuerda el canónigo.