Misión Metrópoli. Oviedo, Cuaresma 2012

Publicado el 11/03/2012
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escudo

 

Tengo todavía muy fresco el recuerdo de mi visita pastoral a la Misión Diocesana en Bembereké (Benín). Y al llegar nuevamente a Asturias, me zambullo en otra misión que teníamos prevista y que poco a poco se va desarrollando en nuestra Catedral durante estos domingos de Cuaresma: la Misión Metrópoli. Hay misiones en cada lugar, y nuestro mundo es tierra de misión todo él.

 

Se comenzó con la lectura continuada del Evangelio de San Marcos, donde se planteaba la gran pregunta que cada generación cristiana, cada cristiano debemos saber hacernos y responder: quién dices tú que es el Hijo de Dios. Aquí no hay respuestas prestadas, y quien no pueda responder a esta gran cuestión es que tal vez no se haya encontrado aún con Jesucristo de verdad, que seguirá siendo un gran desconocido del que se saben cosas de Él por la antigua enciclopedia o por el Wikipedia actual.

 

Después se acudió a San Agustín, cuyo testimonio y escritos encajan con cada época y con cada corazón. El gran libro de las Confesiones es todo un monumento a ese corazón inquieto de cada persona que no halla reposo hasta que descansa en Dios. Se intenta calmar nuestra sed de infinito en tantas aguas que son incapaces de colmar. Y vamos de tumbo en tumbo, queriendo probar una vez más suerte en la ruleta del charlatán de turno que nos ofrece el premio en el todo para luego dejarnos vacíos en la nada. Agustín fue buscador de la Verdad, y cometió errores al buscar en los caminos que conducían a ninguna parte, pero al final encontró a Dios porque se dejó encontrar por Él, y halló la Verdad con rostro, como una hermosura tan antigua y tan por estrenar.

 

Las dos primeras acotaciones han sido así de bellas: saber decir quién es Jesucristo para nosotros, para cada uno de nosotros, y reconocer en el testimonio de un santo como Agustín de Hipona que nuestro corazón está hecho igual que el suyo, con la misma exigencia de felicidad, con las mismas preguntas. Se nos da esa pauta que trata de despertar en nosotros el deseo de la conversión, de volver nuestro corazón a Dios levantando nuestros pies de todos los caminos equivocados, ambiguos, estériles, dañinos. Algo tan propio de este tiempo cuaresmal.

 

Quedarán las catequesis que impartiré yo mismo, Dios mediante, sobre tres cuestiones de máxima actualidad y necesidad: “Volver a empezar. Familia y nueva evangelización” (11 de marzo), “Aprendiendo a ser discípulos. La iniciación cristiana” (18 de marzo) y “Dios es contemporáneo. Los jóvenes, apóstoles del siglo XXI” (25 de marzo). La nueva evangelización tiene para nosotros estas referencias pastorales que ya aparecieron con fuerza en el Sínodo Diocesano: si queremos volver a empezar proponiendo la fe y acompañándola responsablemente, hemos de trabajar por la familia, pues ahí está el núcleo de la vida cristiana; de hecho, cuando se destruye la familia, la fe no echa raíces, se torna vulnerable, y los cristianos van al pairo de todo viento contrario y contradictorio.

 

Pero siempre tendremos pendiente algo que aprender, algo que seguir profundizando. Esto es ser discípulos, que jamás se sobreponen sabihondos al único Maestro. La iniciación cristiana no es adiestramiento que vale sólo para un comienzo, sino que siempre hemos de estar iniciando lo que no admite vivir de las rentas. La vida cristiana se estrena de continuo, sin cansarnos nunca de estar empezando siempre.

 

Por último, veremos cómo Dios no es Alguien de un pasado venerable, sino Alguien de una actualidad permanente; tanto es así que bien le podemos llamar contemporáneo nuestro, pues ciertamente lo es. La frescura sanamente rebelde de los jóvenes, hace que su mocedad ponga el sabio y sereno inconformismo al servicio del tiempo que les pertenece. Ellos deben ser los primordiales apóstoles de esta generación suya que les ha tocado en gracia ser y vivir.

 

La memoria de nuestros mártires Santa Eulalia de Mérida y San Melchor de Quirós, nos ayudarán no sólo a venerar sus reliquias sino a gozar de su intercesión. Igual que la celebración intensa y extensa del perdón de Dios, a través de las confesiones en la Catedral dentro de esa “maratón de la misericordia” que de 09’30 a 18’30 se tendrá el viernes 23 de marzo. Muchas ciudades de Europa han acogido este gesto de la Misión Metrópoli como uno de los cauces de la nueva evangelización. Se cuenta también con Oviedo donde está la sede de nuestra Diócesis. Pidamos al Señor en esta cuaresma la gracia de la conversión, y que esta iniciativa pastoral nos ayude a todos a crecer, a despertar, a seguir a Cristo vivo, y a saberlo testimoniar con fidelidad creativa.

 

         Recibid mi afecto y mi bendición.

 

         + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
         Arzobispo de Oviedo