Ir de “jira” al buen Corazón

Publicado el 17/06/2012
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escudo

 

En Asturias no solo estoy aprendiendo palabras astures, sino que también descubro palabras castellanas que no había utilizado jamás. Una de ellas es la de «jira», de la que el Diccionario de la Lengua Española dice que es “banquete o merienda, especialmente campestres, entre amigos, con regocijo y bulla”. ¡Caramba –me dije–, cuando la vi relacionada con una romería en honor al Corazón de Jesús! Y entonces, sencillamente, pregunté, y me explicaron que la “jira” es un modo popular de irse de campo con gente cercana, y concluir así algún tipo de festejo social e incluso religioso. No se trata de vagar por vagar por esos mundos de Dios, sino ponerse en marcha a donde vale la pena llegar sabiendo que al final de ese camino somos bendecidos por Dios.

 

Desde hace ya varios años en Oviedo, se hace una de estas «jiras» peregrinando hasta ese altozano especial del monte Naranco, el Picu el Paisanu, precioso balcón sobre la vetusta ciudad. Abajo quedan las calles y plazuelas, con el ruido de la ciudad moderna y la prisa de gente que viene y va. De pronto nos topamos con dos monumentos emblemáticos que nos saludan desde la majestad de sus siglos con lo mejor del arte prerrománico. Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo son el recordatorio de nuestros ancestros creyentes cuyas sillerías de piedra han visto pasar tantas generaciones cristianas. Es la solera de una fe que ha ido haciéndose historia a través de los tiempos con sus inclemencias y sus bondades, permaneciendo enhiestos en ese rincón geográfico a media ladera.

 

El monumento al Sagrado Corazón de Jesús que corona el monte Naranco, fue iniciativa de los PP. Vega y Vilariño, jesuitas, levantándose con la ayuda económica de los fieles. En 1963 se colocó la primera piedra del monumento, extraída de las montañas del Santuario de Covadonga. En la base de la estatua se encuentran bolsas de tierra de todos los concejos asturianos como haciendo presente el terruño de todo el Principado. El entusiasmo admirable de Purita de la Riva, ha puesto música y letra en esta entrañable cita llegando el segundo domingo de junio.

 

Es este un mes que está tradicionalmente dedicado al Corazón de Jesús. Se trata de una devoción cristiana representa la imagen acabada de las entrañas de Dios, y sus latidos son la canción más osada y divinamente excesiva, de cómo siempre nos espera asomado a la ventana de la misericordia a que volvamos de todos nuestros caminos pródigos, de cómo jamás se escandaliza de nuestras torpezas y debilidades, de cómo nos quiere Él más que nadie y después de todos. Dios tiene buen Corazón. Él ha querido latir humanamente nuestros pálpitos, y al hacerse hombre sin dejar de ser Dios, ha asumido en su propio pecho lo que en el nuestro anida con los latidos de la alegría más gozosa o la pena más negra. Pidamos la gracia de entenderlo y vivirlo, de recostarnos a su lado como Juan para encontrar la paz y la fortaleza que sólo Él ha prometido y sólo Él nos concederá.

 

Ir de “jira”  hasta este lugar ovetense que tiene a sus pies la tierra de toda Asturias, y construido con la piedra de Covadonga, es allegarnos con gozo hasta lo más medular de nuestra devoción cristiana. Desde hace más de treinta años se sube al monte Naranco, para admirar el gesto de esa bendita imagen que nos abraza y bendice, y así celebrar la santa Misa. Luego la comida campestre, si el tiempo lo permite, será un modo hermoso de compartir tantas cosas que nos hacen hermanos, amigos, y como dice la definición, lo expresaremos con bulla y con alegría.

 

         + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
         Arzobispo de Oviedo