Constructores de la historia. Plan Pastoral (I)

Publicado el 25/09/2013
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escudo

 

    Quisiera dedicar una serie de cartas semanales a reflexionar en voz alta sobre nuestro Plan Pastoral Diocesano para los próximos cinco años, tal y como hago en la introducción que preparé para el mismo. Cada uno de nosotros protagonizamos un tramo de tiempo y un trozo de tierra, y es en esas dos coordenadas donde la fe cristiana acierta a poner fecha y a domiciliar lo que va tejiendo la historia de un pueblo.

    La Iglesia no es una entelequia abstracta en la que se dicen y hacen cosas tan genéricas que son incapaces de abrazar la vida concreta. El infinito amor de Dios que tomó carne humana en Jesús nacido de María Virgen, no se entregó abstractamente sino que lo hizo en lo concreto de cada persona que el Señor fue encontrando en el camino: con sus lágrimas y sus sonrisas; con sus esperanzas y desencantos, con sus dudas y sus certezas; con sus búsquedas y sus preguntas; con sus trampas y pecados y con sus gracias y lealtades.

    En Asturias desde aquel año 811 en el que comenzó nuestra historia como Diócesis de Oviedo, hemos ido escribiendo siglo tras siglo las hermosas páginas de nuestros santos: mártires en tantos modos y momentos, sabios doctores, celosos confesores de la fe, vírgenes testigos del amor primero y único. Obispos y sacerdotes que han cuidado de este pueblo cristiano, consagrados en las diversas familias religiosas viviendo sus carismas, familias verdaderamente cristianas, educando a sus hijos mientras se amaban el esposo y la esposa con un amor tierno, fiel y para siempre; tantos laicos que han sabido vivir la fe en el mundo del trabajo no siempre fácil ni gratificante en el campo, en la ganadería, en la mar o en la mina, en los oficios y profesiones más diversos.

    Este testimonio de fe que cruza los años de cada siglo, ha sabido expresarse en la religiosidad popular y en la vivencia de los sacramentos, en la cultura y el arte que han generado tantas manifestaciones de sabiduría, educación y belleza, en el compromiso ciudadano de construir una sociedad en la que poder convivir con comunión solidaria, con respeto de paz y caminos de justicia.

    Pero cada generación ha sabido darse los cauces adecuados para vivir la fe en Dios, en comunión con la Iglesia y para la misión evangelizadora que el mundo les pedía. Así han ido poniendo como creyentes esa fecha a su tiempo y ese lugar a su domicilio, acertando a glorificar a Dios y siendo bendición para sus hermanos. Esto es lo que representa, sea cual sea su modalidad, el significado de un Plan Pastoral Diocesano. Según sean las urgencias, tal y como resulten los desafíos, cada época ha debido preguntarse cómo ser cristianos en el aquí y en el ahora.

    Una Diócesis es una realidad viva formada por los bautizados que con sus diversas vocaciones y ministerios dentro de la Iglesia, continúan en el tiempo lo que tuvo comienzo en Jesucristo y en los primeros discípulos cristianos, a quienes confió el Señor el mandato misionero de ir a todo el mundo anunciando la Buena Noticia (cf. Mc 16,15). El Papa Juan Pablo II nos decía que debemos recomenzar con nuevo impulso esta larga historia cristiana de salvación a la luz de cuanto Dios nos ha dicho en este tiempo de gracia: “es el momento de que cada Iglesia, reflexionando sobre lo que el Espíritu ha dicho al Pueblo de Dios… analice su fervor y recupere un nuevo impulso para su compromiso espiritual y pastoral” (NMI 3). Ante las diversas periferias existenciales, como dice el Papa Francisco, salimos al encuentro de los hermanos. Para esto nos hemos dado un Plan Pastoral Diocesano.

 

         + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
         Arzobispo de Oviedo