El Secretariado de Pastoral de Emigrantes celebró en familia el día de Reyes
El día de Reyes es fiesta grande en la sede del Secretariado de Pastoral de Emigrantes de la diócesis, centralizado en la casa de las religiosas de María Inmaculada, en Oviedo. Desde la tarde anterior, un buen grupo de padres acuden a recoger regalos que los propios niños han pedido a los Reyes Magos, y que éstos han podido traer gracias a la generosidad de los trabajadores de EDP, además de la colaboración de particulares. Después, al día siguiente, fiesta de la Epifanía del Señor, acuden todas las familias vinculadas a las actividades del Secretariado, además de voluntarios y personas afines a las religiosas. Un día que “cuidamos especialmente y donde nos centramos en los niños”, como explica la responsable del Secretariado diocesano de Pastoral de Emigrantes, la religiosa Alicia M.ª Fernández. “Unos niños que están relacionados con nuestro centro social por las madres, que habitualmente vienen a nosotros en busca de trabajo y de formación. Eso crea unos vínculos muy especiales, no sólo con ellas, sino también con todo su entorno, principalmente con sus hijos”, explica.
Los voluntarios tuvieron un papel fundamental en la organización. “Ellos se responsabilizan prácticamente de todo lo que conlleva organizar la fiesta, cada uno en la medida de sus posibilidades”, afirma la religiosa.
“En mi caso concreto yo hice de paje real y estuve con los niños, como animador de la fiesta”, cuenta Javier Virginio, un joven voluntario de 27 años, vinculado a la casa desde hace tiempo, que explica que otros jóvenes organizan y presentan las diferentes actuaciones que hay a lo largo de todo el evento “y también hacemos lecturas que tienen que ver con la llegada de los Reyes Magos, además del espectáculo de magia y un grupo de música que siempre apoya estos encuentros”.
No es el único evento de estas características que tiene lugar en la sede del Secretariado de Pastoral de Emigrantes. La casa de las religiosas de María Inmaculada está completamente al servicio de la labor de acogida y atención a inmigrantes que llegan hasta Asturias. Todos los segundos domingos de mes, aquellas personas vinculadas a la casa y que lo desean, especialmente los católicos, tienen un encuentro donde se celebra una eucaristía y se termina con una merienda. Además, una vez al trimestre, gracias a la organización “Asturias Hospitalidad”, dirigida por los jesuitas, realizan una actividad, ya sea una excursión o una actividad deportiva. La última llenó tres autobuses y recorrieron diversos lugares de Asturias: “Os podéis imaginar lo que supone eso para personas que vienen de fuera y no conocen nuestra tierra, la mayor parte de ellos aún sin estabilizar económicamente y en otros muchos sentidos”, explica la hermana Alicia.
Los jóvenes son otro de los puntos de atención de las religiosas. Desde que varios chavales acudieran a la JMJ de Madrid del año 2011, surgió una pequeña “semilla” de varios grupos de diferentes edades que mantienen desde entonces encuentros de formación y de ocio, que por encima de todo pretenden ofrecer un lugar de referencia y acogida a los hijos de los inmigrantes que llegan a Asturias y se encuentran sin amigos, en medio de una realidad muy ajena culturalmente a su ambiente de origen. Además, también hay actividades semanales de apoyo escolar a los más pequeños, que necesitan un empuje importante para ponerse al día, así como de ocio y tiempo libre.
¿Cuál es la labor diaria de este Secretariado diocesano?
Básicamente, la acogida a las personas que se acercan hasta las religiosas. La hermana Alicia, muy conocida entre los inmigrantes que llegan a Asturias, cifra en unas 2.500 las personas que en el pasado 2018 acudieron hasta la casa de estas religiosas para pedir asistencia en su situación o formación para poder encontrar un empleo.
“Yo recibo habitualmente entre 15 y 20 personas al día. La mayoría viene por primera vez, pero otras personas acuden porque se han quedado sin trabajo, ya que muchas se emplean atendiendo a personas mayores que acaban por fallecer”, explica la hermana Alicia. “Ellos solicitan una cita, y les hacemos una ficha según un programa que tenemos ya establecido. Me cuentan lo que les pasa, que la mayoría de las veces tiene que ver con la búsqueda de empleo, pero hay muchas otras necesidades, y ellos hablan con franqueza, ya que la entrevista es completamente personal. Nuestra misión, en este sentido, no es exclusivamente solucionar lo que nos plantean, sino que también derivamos muchos casos. El Secretariado forma parte de la Comisión para la Caridad y el Servicio de la diócesis, y por ello trabajamos codo con codo con Cáritas, con Pastoral Penitenciaria –hay un buen porcentaje de familiares de personas que están privadas de libertad y que acuden a nosotros– y también con otras instituciones como la Cruz Roja o Asturias Acoge”.
Además de hacer de intermediarios para procurar un trabajo a empresas o particulares, el Secretariado diocesano de Emigrantes imparte también pequeños talleres de formación, sobre todo orientados al cuidado del hogar, de personas mayores e incluso de informática básica, para facilitar esta búsqueda de empleo.
En los últimos tiempos, desde la oficina de la hermana Alicia se ha observado un aumento significativo de personas llegadas de Centroamérica: “Reconozco que quizá me faltan datos, pero creo que desde que se impuso ese veto tan fuerte por parte de Estados Unidos, se han disparado las personas que llegan hasta Asturias procedentes de países como Guatemala, Honduras o Nicaragua”, afirma la religiosa, que subraya que “desde Venezuela hace tiempo ya que llegan también gran cantidad de personas”. “Si Asturias, que es una comunidad tradicionalmente con un pequeño porcentaje de inmigrantes, ha acusado esta llegada, ¿qué estará pasando con otras comunidades que acogen habitualmente un mayor número de personas llegadas de otros países?”, se pregunta.
Las más de 2.500 personas que llegaron el pasado año hasta la Secretaría de Pastoral de Emigrantes, lo hicieron generalmente gracias al boca a boca. “Hasta nuestra región llegan animados por contar con algún amigo o familiar que está ya asentado. Suelen llegar mujeres jóvenes solas, y en ocasiones con situaciones muy sangrantes. Habitualmente nos conocen a través de otras personas en su misma situación y que ya han pasado por aquí”, explica la hermana Alicia.
Una vez en Asturias, el periodo de adaptación no consiste solo en encontrar empleo, sino que hay muchos otros factores que superar. Los jóvenes lo sufren especialmente, como explica Javier, voluntario en la Casa y encargado de acoger a los chicos y chicas recién llegados: “Creo que el problema más fuerte que experimentan es la soledad”, reconoce. “No se sienten españoles, pero tampoco de sus países de origen, sino que están a medio camino entre un sitio y otro, y aunque generalmente compartamos el idioma y tengamos cosas en común, sí que es verdad que culturalmente somos muy diferentes. Les cuesta a veces congeniar con nuestro carácter y tienen miedo a equivocarse, por lo que al principio suelen ser muy poco participativos. Por eso, que sepan que en esta casa van a ser acogidos y van a poder tener actividades para integrarse y compartir entre ellos, es fundamental. Al final esa es la clave”.
“Efectivamente, esa sensación de no sentirse de ningún sitio provoca mucha soledad ¬insiste la hermana Alicia–. Sentirse acogidos es como un bálsamo y con este motivo todas las actividades que se hacen en la casa tienen esa finalidad”.